Hola, querido lector desprevenido,
Hoy vengo a contarte algo muy personal. Ya lo anticipé días atrás, cuando te contaba que MEC no está bien. Sigue sin estarlo, lamentablemente, y ahí va trastabillando entre infecciones y otras cosas aún peores.
Esta tarde hubo una pequeña buena noticia, entre tanta pálida, y espero que pueda salir de ahí definitivamente. Mientras tanto, quiero compartir contigo este fragmento del diario que vengo escribiendo para ella que se llama Paréntesis.
Fernando,
Abril, 2020
Hoy vengo a contarte algo muy personal. Ya lo anticipé días atrás, cuando te contaba que MEC no está bien. Sigue sin estarlo, lamentablemente, y ahí va trastabillando entre infecciones y otras cosas aún peores.
Esta tarde hubo una pequeña buena noticia, entre tanta pálida, y espero que pueda salir de ahí definitivamente. Mientras tanto, quiero compartir contigo este fragmento del diario que vengo escribiendo para ella que se llama Paréntesis.
Cuarentena, día 20;
Parece haber una tendencia a contar en estos tiempos:
infectados, recuperados, fallecidos, despedidos, liberados, encarcelados,
multados.
Hoy también me levanté temprano. Llega un punto en que no
puedo dormir, mi pensamiento se va siempre a un mismo lugar de angustia.
Entonces ocupo la cabeza en pavadas como jugar al solitario spider y cumplir
los objetivos del día. Pero a veces ocurre que en una sola jugada se cumplen
los tres, y entonces ya no queda más remedio que levantarme y preparar el
desayuno, darles comida a los gatitos, que están atentos a ese momento y hasta
me golpean la puerta si el horario que ellos establecieron no se cumple.
Luego leo un poco las noticias, un poco twitter, y ya me
cansa todo eso así que me dedico a los ejercicios de respiración y de
elongación. No hay muchos correos del trabajo para contestar, y los pocos que
hay no se materializan en trabajo concreto.
Los primeros días hubo limpieza profunda de pisos, paredes,
pintura, alacenas, cómoda, bajo mesada. Después llegaron tareas más pequeñas
como arreglar un poco las cortinas del dormitorio, cambiar los tomates rebeldes
de lugar (en realidad las plantas, no sabemos si darán tomates alguna vez, pues
hacen lo que les viene en gana), regar los morrones y las rúculas y las
albahacas y las flores, del patio y de la terraza. Comprobar que no cuesta
tanto subir la escalera, y hacer un diario del otoño con los árboles de al
lado.
El mundo, otra vez, se rinde a lo minúsculo, a lo
microscópico. Y no sabemos bien qué hacer. O sí, pero no da el resultado que
esperábamos. El tiempo pasa, las canas crecen, las hojas caen, se derraman las
lágrimas.
Miércoles, 08/04/2020; sin MEC, día 37; Paréntesis, Página
38.
Fernando,
Abril, 2020
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