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domingo, 21 de mayo de 2017

Descanso atendido por sus dueños

Uno puede caminar con cierta displicencia por la playa un sábado medio nublado de mayo, sin tanto viento, sin tanto frío, y creer que el clima de lluvia ha cambiado porque:
a.            Hubo un error en el pronóstico
b.            La ley de probabilidades climáticas se ha tomado un descanso
c.            Hemos cruzado un portal que separa lo profano de lo sagrado



http://www.heiwa.com.ar/




Cada uno es cada cual y anda siempre con lo puesto, dice la canción de Serrat. Nosotros elegimos creer en la opción “c”, mientras ingresamos al apart y sushi bar HEIWA, en Mar Azul, Prov. de Buenos Aires.
Con amplias sonrisas, un café delicioso y delicadezas para el desayuno nos reciben sus dueños, Jaque y Claudio, que hacen una excepción en su descanso para recibirnos y compartir una charla.
Cosas que pasan: El complejo parece consolidado, como si hubiera llegado a un momento de madurez.
Jaque: Sí, podemos decir que sí. Abrimos en 2001, con un par de dúplex en la zona azul. Era una época difícil, pero por suerte tuvimos buena respuesta de la gente.
Claudio: HEIWA quiere decir PAZ. Y eso es lo que ofrecemos, la tranquilidad de saber exactamente lo que ofrecemos, porque lo hacemos nosotros.
CQP: Antiguamente decíamos “atendido por sus dueños”.
Jaque: (Se ríe) Claro. O “única dirección”.
Claudio: Nosotros esperamos que quienes nos visitan tengan una experiencia humana. Es decir, quienes vienen a HEIWA saben que contratan con personas y no con una corporación.
CQP: Es interesante lo que decís, porque en estos tiempos todo parece ser industrial, producido en serie.
Claudio: Hay una industria del entretenimiento. “Felicidad garantizada o le devolvemos su dinero”, podríamos decir. HEIWA se distingue de eso porque la felicidad no es algo que tiene que ocurrir de manera programada. Acá vas a encontrar acomodamiento a buenos precios, atención profesional pero personalizada, comida que hacemos nosotros mismos.
Jaque: Para abrir HEIWA nos fuimos a trabajar a Japón sin hablar una palabra de japonés. Estuvimos allá tres años. Juntamos la plata, es verdad, pero también nos permitió conocer la cultura, las costumbres, la comida.
CQP: Vos contás con una ventaja grande.
Jaque: (Risas) Claro, sí. Mis padres son japoneses, pero yo nací en Argentina y hasta el viaje tocaba de oído con la cultura japonesa. Pero es verdad lo que decís, lo que una tiene de los padres es una ventaja.
Claudio: Tanto que nuestras hijas tienen nombres japoneses.






  
La tarde se va destemplando a medida que la charla se hace más brillante. Jaque y Claudio nos muestran su costado cotidiano, sus miradas como pareja, sus códigos, hasta incluso alguna disidencia, pero que el proyecto común pasa por alto. A riesgo de cometer una infidencia, va una pequeña anécdota:

  


  
Como todo espacio japonés que se precie de tal, HEIWA no podía dejar de tener su pequeño puente sobre un laguito con carpas y nenúfares. Pues bien, resulta que el lago suele ser atacado por los perros de un vecino, y cuando Claudio presenta sus quejas porque los animales estropean las plantas y ponen en riesgo la vida de los peces, el vecino le dice que no puede hacer mucho, que en todo caso los mate a tiros. A los perros, claro. Claudio, entonces, supone que un boyero eléctrico puede solucionar el problema. Jaque, divertida, cree que el costo del artefacto lo va a disuadir.

Jaque: Dejálo que sueñe, cuando le digan lo que sale se va a olvidar.



Claudio prepara otro café. La tarde se va convirtiendo lentamente en noche. Subimos a nuestra habitación en el sector amarillo, desde donde se puede apreciar el mar, el bosque, la tranquilidad de un mayo sin mucho turismo. Pero sabemos que en HEIWA estamos en paz, cuidados por sus dueños.


http://www.heiwa.com.ar/



Fernando Berton
Mayo, 2017

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