no sé si le conté, querido lector desprevenido, que mi padre literario ha sido julio.
cortázar, ¿quién otro?
que, como gran provocador que fue, era de banfield, sabiendo que yo soy de lanús.
hacia el año 1984 yo tuve un amor enorme por una chica pequeña. en tamaño, nomás, pero enorme en sabiduría, en sensibilidad. y una tarde, en la placita sarmiento, me dijo adiós, que lo nuestro no iba más. creo que nunca logré recuperarme de eso.
no recuerdo si para entonces había leído Los autonautas de la cosmopista. supongo que no, porque de haberlo hecho, habría terminado tirándome a las vías del tren. es que carol murió antes de que este libro se publicara. y julio murió poco después, después de haber sido despreciado en su regreso a argentina.
recapitulo: en el 1984 (no el de orwell) quedé frente a frente con un axolotl en el acuario de la república de los niños. ¡vaya paradoja!, un espacio peronista que me condujo a entender a un antiperonista. yo no era peronista en esa época. tampoco lo soy ahora. pero puedo entender. al peronismo, claro. no puedo entender al antiperonismo. no me sale entender a los que están en contra de los laburantes. en contra de esos que pensaron que estaba bien irse de vacaciones al hotel del sindicato, a comprar un autito, a ser un "hombre suburbano que sigue su rutina", como decía pappo, o ser un "working class hero", como decía john.
lennon, ¿cuál si no?
y bueno, ser un axolotl tiene su precio: no todos te entienden. ni siquiera la chica por la que dejarías de respirar con tus branquias. por la que podrías dejar el agua para empezar a caminar por el barro y respirar con tus pulmones algo frágiles. algo afectados por la atmósfera.
¿qué otra razón tendrían los peces para salir del agua?
entonces te quedás ahí, perdido en el tiempo, perdido en la evolución, en medio de la placita sarmiento, mientras ella agita sus rulos, sus manitos apenas tocan la parte inferior de tus ojos, con los pulgares, los otros dedos sostienen tu mejilla, tu mandíbula.
pasaron algo así como treinta y tres años.
y pensás que ya es tiempo de hacer un homenaje.
a carol, en primer lugar. porque no la conociste. sabés que era fotógrafa, que se había casado con julio, que encaró con ella lo que sería su último trabajo.
a julio, por lógica consecuencia. porque corresponde, nada más ni nada menos. hay cosas que corresponden. y hacer un homenaje a julio es algo que debo hacer. aunque suene a plagio. aunque parezca falto de imaginación.
¿qué otra cosa es un homenaje?
enero, mmxvii, fernando berton
cortázar, ¿quién otro?
que, como gran provocador que fue, era de banfield, sabiendo que yo soy de lanús.
hacia el año 1984 yo tuve un amor enorme por una chica pequeña. en tamaño, nomás, pero enorme en sabiduría, en sensibilidad. y una tarde, en la placita sarmiento, me dijo adiós, que lo nuestro no iba más. creo que nunca logré recuperarme de eso.
no recuerdo si para entonces había leído Los autonautas de la cosmopista. supongo que no, porque de haberlo hecho, habría terminado tirándome a las vías del tren. es que carol murió antes de que este libro se publicara. y julio murió poco después, después de haber sido despreciado en su regreso a argentina.
recapitulo: en el 1984 (no el de orwell) quedé frente a frente con un axolotl en el acuario de la república de los niños. ¡vaya paradoja!, un espacio peronista que me condujo a entender a un antiperonista. yo no era peronista en esa época. tampoco lo soy ahora. pero puedo entender. al peronismo, claro. no puedo entender al antiperonismo. no me sale entender a los que están en contra de los laburantes. en contra de esos que pensaron que estaba bien irse de vacaciones al hotel del sindicato, a comprar un autito, a ser un "hombre suburbano que sigue su rutina", como decía pappo, o ser un "working class hero", como decía john.
lennon, ¿cuál si no?
y bueno, ser un axolotl tiene su precio: no todos te entienden. ni siquiera la chica por la que dejarías de respirar con tus branquias. por la que podrías dejar el agua para empezar a caminar por el barro y respirar con tus pulmones algo frágiles. algo afectados por la atmósfera.
¿qué otra razón tendrían los peces para salir del agua?
entonces te quedás ahí, perdido en el tiempo, perdido en la evolución, en medio de la placita sarmiento, mientras ella agita sus rulos, sus manitos apenas tocan la parte inferior de tus ojos, con los pulgares, los otros dedos sostienen tu mejilla, tu mandíbula.
pasaron algo así como treinta y tres años.
y pensás que ya es tiempo de hacer un homenaje.
a carol, en primer lugar. porque no la conociste. sabés que era fotógrafa, que se había casado con julio, que encaró con ella lo que sería su último trabajo.
a julio, por lógica consecuencia. porque corresponde, nada más ni nada menos. hay cosas que corresponden. y hacer un homenaje a julio es algo que debo hacer. aunque suene a plagio. aunque parezca falto de imaginación.
¿qué otra cosa es un homenaje?
enero, mmxvii, fernando berton
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