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domingo, 19 de enero de 2014

Sur les temps

Las manos hinchadas recuerdan el sueño profundo de la obra terminada.

   Ella cree que debería estar prohibido dormir después de los orgasmos. Y se  dedica  a pasear las manos por la piel sudada, a deslizar tequieros entre la oreja y la almohada, a encerrar los pechos en las palmas ahuecadas, a erguirse de deseo y derramarse en las sábanas.

    Ella, en cambio, la deja hacer, se deja llevar por las caricias de las manos en el cuello, de los pechos que recorren levemente la espalda hasta las nalgas, la lengua que sube por las vértebras una por una como si las censara  y hace que su cuerpo explote en un torrente de lava.

Ella le da un beso humano
Chiquito
Que recién aprende a caminar
Y cada tanto cae
Entre los labios
Y hace fuerza con la lengua
Para levantarse
Pero cae de nuevo
Resbala con la lengua
En los labios tiernos

    Ella, mientras, se deja besar, sonríe cada tanto, y el beso chiquito cae de nuevo, y las lenguas resbalan hacia aquí o hacia allá, en un baile disparatado, entonces las risas, el rubor en las mejillas, las caricias que bajan por el cuello hasta los pechos, y la lengua que recorre otra vez los labios como si fueran los de La Maga y sus bocas estuvieran llenas de flores, o de peces.

 Con la alegría de quien consigue por primera vez un deseo largamente soñado, se sientan en la cama, las piernas entrelazadas, y se mezclan los brazos con los pechos, las bocas con los senos, las risas con los silencios, los gemidos con los tequieros, las lágrimas con los suspiros, los orgasmos con los dedos.

Oh, my God! How I like that skin of yours, she spoke
Your God? What you like on me Is yours, said she
My god?
And my skin, o' course
Your skin of yours. Of course!
You like me, and I like yo'
Oh, it's true.  Your skin is mine. So  I like me, she thought.


   Las carcajadas van y vienen, se sienten en la cada vez más álgida mañana, en los momentos retenidos para siempre en el recuerdo, un segundo antes del beso, en el deslizarse de los dedos bajo la blusa hacia el corpiño y un segundo antes de tocar el pecho, de arrastrar la lengua, de tocar el sexo, el instante repleto de nervios tensos previo al desparramo de besos y de gritos y placeres. Un instante antes de morir un poco es lo que disfrutan sobre el tiempo, que en ese microsegundo parece eterno.


Fernando Berton
Copyright, Enero 2014

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