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viernes, 7 de diciembre de 2012

Kafkiana

Cuando Franz Kafka escribió La Metamorfosis, seguramente debe haber sentido que estaba ante una situación crítica en su vida. Yo no lo sé, no he leído los motivos por los que escribió la historia de Gregorio Samsa, pero le debe haber pasado algo así como el tránsito de la adolescencia a la adultez, de la virginidad al debut sexual, que son momentos que te dan un montón de sensaciones extraordinarias, extravagantes y exageradas; pero que al mismo tiempo te llenan de responsabilidad, de saber que cada día estás más solo.
Ahora, ya no es posible hacer un berrinche por cada situación complicada. Tenés que tener un proyecto, unos objetivos, un plan de acción, un presupuesto y hasta las horas que te va a llevar el diseño, desarrollo, testing y puesta en marcha de cada cosa que quieras hacer ¡con tu propia vida! 

Es interesante. En algún punto algo así me está pasando desde hace un tiempo, y de pronto empecé con este blog, a sacar fotografías, a escribir[1], a llevar adelante un programa de radio en la oficina, a plantearme objetivos positivos en lugar de pensar en NO hacer cosas; es decir, a hacer cosas que me representaran un poco mejor que el empleo que tenía.
Y digo tenía porque, de pronto, la empresa decidió ya no emplearme. Así que acá estoy, en medio de mi metamorfosis, pero sin mucho proyecto, ni plan de acción ni nada.
Salvo este blog y unos cuentos que están a consideración de un jurado. Y estas manos que se deslizan suavemente por las teclas, como si supieran exactamente donde tocar para que la letra aparezca mágicamente en la pantalla, y le de un sentido a la oración, que a su vez tiene que tener una suerte de sentido mayor con el texto, y con lo que los lectores interpreten, y lo que la re significación cósmica intente sin demasiadas pretensiones.


[1] N. del A.: Habrán notado una disminución en las entradas de Cosas que pasan en los últimos meses; y esto se debió a que estuve dedicado a escribir para presentar un libro de cuentos a un concurso. Sepan disculpar.

2 comentarios:

Unknown dijo...

En algún momento de la vida. uno se plantea cambiar, generalmente por algo que nos afecta de forma negativa. Y esos momentos son los que nos distingue como personas de bien. Que el "motivo" que nos llevo al fondo del pozo también se convierte en motivo para sobresalir o resaltar nuestras virtudes que hasta ese momento no sabemos que poseemos.

FeberBooks dijo...

Eduardo, muchas gracias por el comentario.
Efectivamente, hace muchos años que estoy cambiando, digamos desde que fui concebido, cuando era un granito de arena y luego me convertí en un renacuajo, un feto, un bebé, un niño, un adolescente... Ya no me quedan muchas etapas, y aún pienso que me queda mucho por hacer. ¡Y muchos nuevos errores que cometer!
¡Salud!

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