Entonces, casi de pronto, me animo a subir, a escalar, sin temor a morir en el intento.
A levantar un pie, y luego el pie, y recordar a Cortázar mientras el pie acompaña al pie, y poner las manos así para asir, por un instante, un peldaño, para estar en posesión del propio destino por un segundo apenas.
Que así de la nada parece una tontería, pero resulta un logro más que destacable, si me pongo a pensar por un momento que no hace mucho tiempo hubiera sido capaz de salir descalzo con tal de no subir a buscar los zapatos si me los hubiera olvidado . Y estas son las cosas que me dan ganas de seguir, porque me doy cuenta que estoy yendo hacia una vida mejor, que no sigo rompiendo lo que ya está roto, y que tal vez pueda respirar cada día más
De todos modos, por un instante siento que el frío no me hace bien, y vuelvo a sentir el pecho cerrado, que al aire le cuesta entrar, y que necesito estar en lugares calientes. Si bien debo aclarar que lo que siento no tiene punto de comparación con lo que me pasaba hace no menos de un mes, que en el momento mismo de levantarme sentía el pecho totalmente cerrado, y una lucha permanente por un poco de aire.
Y por eso van todas estas fotografías de escaleras, porque subí por todas ellas y pude seguir caminando al llegar. Porque son el símbolo de lo conseguido, y de lo rápido que uno se recupera de una situación tan espantosa como la que va quedando atrás.
¡Salud!
2 comentarios:
Bien Fernando! Celebro que asi sea! También te agradezco la hospitalidad, la onda y la simpatía. Lo pasamos bárbaro y en verano nos vamos a vivir con ustedes! jajajaja...
Me alegro mucho, nosotros también disfrutamos del encuentro, así que joya. Los esperamos en el verano, sin duda. ¡Salud!
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