Comprar RELACIONES

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lunes, 30 de septiembre de 2024

Por la autora

 


A veces uno no sabe del todo por qué compra libros. ¿Por la tapa? ¿Por la reseña? ¿Por recomendación de alguien? ¿Por la autora? ¿Porque sí?

Conocí a Inés Garland en una charla que reunió a varios escritores en la librería Falena. Mencantó lo que leyó, y lo que dijo, y desde entonces he leído algunas cosas dispersas de ella.

Esta vez se presenta con una novela hecha de retazos, como las mudanzas, en las que hay que volver a ordenar todo lo que se va de una casa a otra. También, supongo, que se forma de las cosas que al final no se llevan, o se pierden. Me alegró mucho esta novela porque puede ser varias cosas, si  uno quiere. Puede ser novela, o autobiografía, o un esquema para algo mayor.

Es divertida, por momentos intensa, a veces breve y otras hasta filosófica.

Por estos días le están haciendo promoción al libro, así que aprovecho para recomendarla.

 


Fernando

Septiembre, 2024 


Fernando

Septiembre, 2024

domingo, 25 de agosto de 2024

Madrugada interruptus


 Suena el teléfono a las cuatro treinta a-eme. No el whatsapp. No un texto. No, un llamado, que implica abrir los ojos. Abrir la boca. Decir algo que no parezca un insulto.

 

Fernando

Agosto, 2024 

domingo, 4 de agosto de 2024

Un partido


 Llega en el segundo tiempo, el examen final se demoró más de la cuenta. Mientras sube los peldaños, su equipo marca un gol. Cuando el griterío se calma, pregunta por el autor del tanto: golazo de Pérez de tiro libre, le informan. Que ganan 4-0, le informan también.

 Poco después, en una jugada algo confusa, el rival descuenta. Los jugadores protestan una falta o una posición adelantada, no se entiende bien. Nadie puede creer que el árbitro expulse a Pérez y a Espósito. Y enseguida el marcador se achica a 4-2. Ahí siente que lo miran raro.

 En el penal que pone las cosas 4-3 lo putean al arquero por la falta tonta y empiezan, por lo bajo, a culparlo de la situación.

 4-4 y ya todos lo responsabilizan abiertamente. ¡Tomátelas, piedra! ¡Sos más mufa que Caaalo! ¿Qué Caaalo?, si este es peor que el Gato.

 Resiste un poco más, hasta que decide irse, harto de las cargadas, a los 75 min. ¡Bien, pibe, bien!, le gritan mientras baja por las gradas. Algunos hasta le dan palmaditas en la espalda.

 Ya en la casa, busca el resultado en internet: su equipo ganó 5-4 con un gol agónico a los 97 min.

 

Fernando

Agosto, 2024 

sábado, 3 de agosto de 2024

Pasan

 


Motociclistas en sus motocicletas,
automovilistas en sus automóviles,
ciclistas en sus bicicletas,
maquinistas en sus maquinitas,
aviadores en sus aviones,
patinadores en sus patines,
camionetistas en sus camionetas,
patinetistas en sus patinetas,
cochecistas en sus cochecitos,
submarinistas en sus submarinos,
subterranistas en sus subterráneos,
navespacistas en sus naves espaciales,
zapatistas en sus zapatos,
avionetistas en sus avionetas,
barquistas en sus barcos,
lanchistas en sus lanchas,
equilibristas en sus equilibrios
colectiveros en sus colectivos,
camioneros en sus camiones,
y boteros en sus cuadros.

 

Fernando

Agosto, 2024

miércoles, 31 de julio de 2024

Citas: El museo de la rendición incondicional

 



“«No tengo ganas de ser ingenioso. No quiero construir una historia. Escribiré sobre cosas y pensamientos. Como una recopilación de citas», escribió hace mucho tiempo un exiliado provisional. Se llamaba Víktor Shklovski.”

Dubravka Ugrešić; El Museo de la Rendición Incondicional

martes, 9 de julio de 2024

La otra cuadra

 

 Cuando era chico los partidos callejeros no eran de "solteros contra casados", esos vendrían un par de años después, cuando llegó Santos y abrió la pizzería: dijo que el equipo ganador podía ir a comer esa noche. Pero esa es otra historia.

 Los principales rivales en esos años eran los de la otra cuadra, que nos llevaban un par de partidos de ventaja pero según ellos nos tenían de hijos. 

 Los partidos se organizaban cuando algunos coincidíamos en un negocio mientras hacíamos mandados. Parecería a simple vista bastante probable, pero por alguna razón los adultos no iban a los negocios de la otra cuadra, así que por lógica los chicos tampoco. Pero los encuentros ocurrían, y ahí nos desafiábamos.

 Mi recuerdo es de una tarde en la que estuve tocado por algún espíritu -siempre fui bastante malo jugando a la pelota-, y convertí un gol de cabeza y asistí a un compañero para que sellara la victoria definitiva por 14 a 13. Fue un momento extraordinario en mi escasa carrera de jugador, porque cuando estábamos empatados alguien dijo que el que metía el gol, ganaba. Habíamos estado jugando más de dos horas, y empezaba a hacerse de noche. El festejo de todos fue conmigo tanto como con el goleador. Yo no podía más de la alegría.

 Nunca más jugué un partido así.  Siempre me iba insultado por lo malo. Tanto que dejé de jugar un día en que mi equipo jugaba con uno menos y yo estaba en el banco.

 

Fernando

Julio, 2024 

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