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domingo, 24 de enero de 2021

El mal menor

Rosario 12, 24 de enero de 2021

         En Gracias, Trump, excelente  artículo de Javier Chiabrando, se nos muestra cómo se puede creer que lo malo es bueno, o, por lo menos, no tan malo.

        Es fama que este autor maneja la ironía como pocos. Va un botón de muestra

Lo más feo fue tu obsesión con los inmigrantes y ese asunto del muro. Y si me hubieras llamado te habrían dicho que dejes de demonizar Venezuela porque al enemigo lo tenías dentro de tu patio. Lo mejor es que no iniciaste ninguna nueva guerra. No invadiste Venezuela, aunque lo de Bolivia… No sé, Donald… Creo que no te van a dar el Nobel de la paz como a Obama. ¡Pero Obama tiró más bombas que yo!, me dirías vos. Sí, Donald, pero no era grosero ni misógino ni le chingaba el traje. ¿Entendiste o te hago un dibujito?

            De este modo entendemos que los buenos modales son buenos, sí, pero no lo son todo en esta vida. Es un horror que nos griten y nos apaleen y nos escupan y nos digan asquerosidades en la cara. ¿Pero es bueno que nos humillen, nos discriminen, nos quiten el trabajo y la educación pero con buenos modales y macetas y veredas nuevas todo el tiempo?

            Eso es la burla: detrás de un aparente chiste, hay una intención de hacer quedar mal al otro. Una de las formas más populares se presenta en los “chistes” del tipo “no, si…” Me explico:

-          Uh, ¿te mojaste?

-          No, si voy a estar transpirando. Sí, claro que me mojé, ¡bolude!

            Ahí está la trampa, detrás del reconocimiento del otro de que algo nos pasó. La pregunta ingenua ¿te mojaste? implica una percepción de lo que nos pasa por parte de quien lo dice. Sin embargo, la respuesta se vuelve agresiva hacia ese reconocimiento al hacerle caer en la cuenta de su tontera por resaltar algo obvio.

             Mire usted, querido lector desprevenido, cómo cambiaría la cosa si la respuesta, sin dejar de reconocer la obviedad del comentario, se tornara graciosa sin necesidad de burlarse:

-          Uh, ¿te mojaste?

-          Nahhh, te parece a vos nomás.

 

                Bueno, esto es lo que pasa y que está tan bien explicado en la nota “Gracias, Trump”, que a veces por detrás de esa preocupación porque nos mojamos, nos ofrecen una toalla con cloroformo para que nos quedemos dormidos y hacer de nosotros lo que se les ocurra. 

              

                La conclusión a la que podemos arribar es que toda desgracia puede serlo por partida doble: por un lado, está la desgracia misma. El gobierno de Trump, por ejemplo. Pero por el otro esto hace que creamos que una vez pasada esta desgracia estaremos mejor.  Y si bien es cierto que algo menos malo es, perogrullada aparte, menos malo, nada indica que sea bueno. Es decir, no porque muera el murciélago se acaba la Covid-19, si reformulamos lo de los canes y la rabia. Todos los políticos ganan elecciones a partir de bonitas promesas, pero no todos tienen en mente cumplirlas sino simplemente llegar al poder. Ya Orwell nos decía, en 1984 que el objetivo del Partido era el poder por el poder mismo. Así es que, queride lecter desprevenide, estate atente a lo que te prometen. Porque el mundo está lleno de quienes dicen tener buenas intenciones.

 

                Lástima que todavía nadie inventó un intenciómetro.

 

 

Fernando

Enero, MMXXI 

 

 

jueves, 28 de mayo de 2020

Ficción hecha realidad

Lunes 24 de febrero

 

Es evidente que Dios me concedió un destino oscuro. Ni siquiera cruel. Simplemente oscuro. Es evidente que me concedió una tregua. Al principio, me resistí a creer que eso pudiera ser la felicidad. Me resistí con todas mis fuerzas, después me di por vencido y lo creí. Pero no era la felicidad, era solo una tregua. Ahora estoy otra vez metido en mi destino. Y es más oscuro que antes, mucho más.

Mario Benedetti - La tregua


miércoles, 27 de mayo de 2020

Barrilete


El recuerdo
es un papalote.
Poco a poco lo sueltas,
disfrutas su vuelo.
En lo más alto
se rompe el hilo de tu memoria
y te sientas a presenciar cómo lo posee la distancia..

Papalote poema maya


lunes, 4 de mayo de 2020

¿Quién sabe cantar por acá?

Si algo tenía Mariela era encanto. Y a ella le hubiera gustado que yo dijera (en)canto. Pero también era médica, actriz, escritora, docente, tocaba la guitarra como gato panza arriba pero al fin daba en la cuerda, que no en la tecla.

Así es que hoy solamente quiero compartir un homenaje que una alumna le hace.

¿Quién sabe cantar? A ver - Por Fernanda Alonso

¡Muchísimas gracias, Fernanda! Lo que no es casual, debo decir, es que Mariela encantara a las personas.



Fernando
Mayo, MMXX

sábado, 18 de noviembre de 2017

Zinna



ella es mimosa,
le gusta que la acaricie,
me mira
y ronrronea
y se queda ahí,
esperando
más caricias

miércoles, 31 de mayo de 2017

Cansada

Yo, Fernando, estoy cansada.
De que me maten por ser mujer.
De que me maltraten por ser mujer.
De que me quemen por ser mujer.
De que me paguen menos por ser mujer

De todo eso estoy cansada yo, Fernando.

De que me consideren menos por ser mujer.
De que me digan que estoy mal porque me vino.
De que me digan que soy intratable por mal cogida.
De que me digan que soy histérica.

Yo, Fernando, estoy cansada de todo eso.

De que me incluyan en todos cuando las todas somos más.
De que me pongan @ en lugar de a.
De que me digan que soy un mamarracho por protestar.

De todo eso yo, Fernando, estoy cansada.







Fernando - Mayo, 2017

sábado, 1 de abril de 2017

Presentación del libro "El país del río"

Se presentó en Caburé, Mëxico 620, CABA, el libro que reúne textos de dos grandes cronistas de sus tiempos, Roberto Arlt y Rodolfo Walsh. En este caso, sobre sus respectivos viajes a la Mesopotamia argentina.














Frente a una concurrida audiencia, Cristina Iglesia, compiladora de este volumen, se encargó de moderar la presentación del libro editado en conjunto por las Universidades Nacionales del Litoral y de Entre Ríos, para la colección El país del sauce.
Cristina Iglesia

Ya nos tiene acostumbrados la librería y café Caburé a llevarnos a navegar. Y para este escriba más bien de la tierra, de la llanura de la Pampa Húmeda, no deja de ser una aventura salir a andar por esas aguas. Como tal vez lo fue para Arlt, gran observador de las grandes urbes, encontrarse en territorios más bien acuosos, si se me permite el oxímoron.

En efecto, para quien está acostumbrado a las comodidades de la gran ciudad, el litoral del Paraná es una afrenta: calores propios del averno, insectos del tamaño de mamíferos, peces que compiten en tamaño y belleza con los del océano, no son fáciles de digerir. Menos aún en los años 30 o 40, cuando el terno y el sombrero eran obligatorios.

María Sonia Cristoff
El río creció de noche y se llevó de golpe todos nuestros sueños, nos dice la escritora María Sonia Cristoff en su presentación. Y un poco nos quedamos pensando si no es esa la frase de cabecera de los habitantes del río. O de las orillas, ¿cómo saberlo? ¿Se vive a la orilla o se vive en el río?









Arlt desprecia a las personas y los lugares que conoce, nos dice a su tiempo el periodista Sebastán Lacunza. Tal vez tenga razón. Tal vez no. Leemos a Arlt en “En el Rodolfo Aebi”[1]
Sebastián Lacunza
La navegación de cabotaje constituye un mundo aparte. Nosotros, hombres de la ciudad, hombres de las calles con sombre de una vereda y sol de la otra, nos hemos olvidado que existen ríos anchos y cálidos, orillas arboladas hasta donde se extiende la vista, incluso ignoramos cómo es el agua de río. Mientras escribo estas líneas me acuerdo de un poeta amigo que está escribiendo un poema, y que me confió lo siguiente: <<Cuando hable del río Paraná, lo llamaré “río de plata”>>
Pues yo (…) estoy navegando desde las siete de la mañana, y son las cuatro de la tarde y todavía no he podido descubrir qué es lo que tiene de plata el Paraná

Walsh, en cambio, nos dice Lacunza, parece ser un cronista más riguroso. Intenta reflejar lo que pasa ahí donde va, sin importar tanto su experiencia individual: es más preciso en la información que da, y hace una “crónica total”: cuenta relaciones económicas al mismo tiempo que la geografía y lo que hace la gente.

En esta misma línea va Christian Kupchik, escritor, cronista de viajes él mismo, editor y traductor de varios idiomas. Nos dice que Arlt parece estar espantado por lo extraño, y no intenta comprender ese mundo extraño. Y entonces hará preponderar sus impresiones por encima de lo que cuenta.
Christian Kupchik

Al contrario de Walsh, que es un viajero que intenta mimetizarse con el lugar donde está, participa desde adentro, y nos cita un fragmento de la crónica “Vallejo: la soledad” (Pág. 140)

… miro salir el yacaré. A la hora de la siesta sale ahí en la laguna. Es grande y viejo y solo, como yo. Porque francamente, señor, acá no quiero compañera, y estas mujeres no sirven más que para pelea. A mí me gusta demasiado cualquier cosa, pero tiene que ser, nicó, respetuosamente. Así que yo solo nomá, desde que llega acá, ya hace veinto año y algo, hace su ranchito y principia a levantar su quinta, porque demasiado me gusta la quinta, y todo este árbol, todo es mi plantaje

Así Walsh, como Sara Gallardo con su extrañísima novela Eisejuaz, -como tantos otros- le da voz al lugareño. Aparentemente en las antípodas de Arlt.

Pero cabe preguntarse si hay una forma correcta de describir lo que se ve. ¿Son más verdaderas las crónicas de Walsh que las aguafuertes de Arlt? ¿O son ambas, como diría Rulfo, puras mentiras?

Y es la humilde opinión del escriba que hace bien Cristina Iglesia en poner en un mismo volumen opiniones tan disímiles, con métodos casi antagónicos. Porque en definitiva la realidad, esa construcción que llamamos realidad, se forma a partir de puntos de vista diversos. Fundamentalmente en tiempos de visiones sesgadas, de narrow-casting, que apunta a públicos cada vez más estrechos, incapaces de aceptar que haya otras opiniones.

Es por eso, además de un trabajo enorme para recopilar y hacer un bello libro en tanto objeto, que El país del río vale la pena. Dicho esto por un cronista de las pampas.



Fernando Berton
Marzo, MMXVII



[1] Nombre de la embarcación que lo condujo a la provincia de Corrientes. El párrafo citado está en la Pág. 7 de El país del río. 

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