Ella (2013 - 126 min)
Dir: Spike Jonze
Elenco: Joaquín Phoenix, Scarlett Johansson, Amy Adams, Rooney Mara
En un mundo altamente tecnológico, Theodore (Joaquin Phoenix) se dedica a escribir cartas para otras personas, en una empresa que se llama “cartasmanuscritas.com”: él le dicta las cartas a un software, que luego les pone una caligrafía que simula ser a mano y las imprime. A todo esto, Theodore se siente algo solo luego de separarse de su esposa Catherine (Rooney Mara), y decide adquirir un OS (Sistema Operativo) que tiene la capacidad de ir mejorando a medida que se desarrolla. De ahí en más, mantiene una relación muy interesante con Samantha (Scarlet Johansson, de quien solo se oye la voz), al punto de que se vuelven casi inseparables.
En un momento determinado, mientras hace una retrospectiva de su relación con Catherine, Theodore le dice a Samantha: “A veces pienso que ya sentí todo lo voy a sentir. Que a partir de ahora, no voy a sentir nada nuevo”.
Y es un punto bastante interesante, ya que pone de manifiesto los límites de las emociones y sentimientos humanos. Los biólogos mencionan siete emociones básicas: ira, miedo, asco, alegría, tristeza, sorpresa y desprecio. Los sentimientos son emociones filtradas, emociones interpretadas por el organismo. Esto significa que siempre son una representación de la situación del individuo. Pero independientemente de eso, lo que sí parece ser perturbador para Theodore es el hecho de que no va a experimentar ningún sentimiento nuevo en lo que le quede de vida.
Esto parece ser cierto para las personas de existencia real. En efecto, ¿podemos esperar tener nuevos sentimientos? Lo más probable es que se vuelva a experimentar el mismo, en otras circunstancias. Es decir, la alegría se repetirá, solo que en otro contexto, con otras personas. Y así con todo.
Por eso, tal vez, cuando la relación con Samantha se va estrechando es que Theodore siente algo nuevo, ya que hasta ese momento su comunicación con los diferentes softwares que usa a diario es puramente funcional y/o transaccional. En cambio, con Samantha lo que siente es diferente, es nuevo. Alguien podrá decir que no es nuevo lo que experimenta, que lo que cambia son las circunstancias. Concedemos que es cierto. Apuntamos, más bien, a lo novedoso de entablar una relación con una inteligencia artificial, algo que ha sido programado pero que, en el camino, desarrolla un vínculo especial con quien la instaló.
En síntesis, una película que nos permite reflexionar acerca de lo rutinario de nuestras emociones, que se repiten de tanto en tanto, y de si es posible creer que podemos tener de parte de los programas de computación una relación como si fuera una persona física.
Fernando
Febrero, MMXXIII
No hay comentarios:
Publicar un comentario