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jueves, 26 de enero de 2023

Autobiografía de Günter Frager - Capítulo 33

 



        ¡Mmmmm! Esto está mortal, exclamó, se relamió, disfrutó Laura M.

        ¿Qué? ¿Está envenenado?, comenté, acoté, me burlé.

        ¡Sí! No lo comas, dejáme todo a mí, retrucó, contraatacó, sentenció Laura M.

Nos reímos. Nos sobresaltamos cuando Lager se revolvió en su sueño, se levantó y gimió.

        Seguro tuvo un mal sueño, comentó Laura M., mientras le acariciaba la cabeza y le rascaba detrás de las orejas.

Lager seguía gimiendo, hasta que apareció Julia desde la penumbra –ahora más intensa por las nubes que se cerraron todavía más, si eso era posible– de la cocina.

        ¡Lager, chiquito!, vení acá, ¿qué te pasa?

Lager, sin embargo, no se movió de al lado de Laura M. se calmó pasado un buen rato, aunque se mantuvo en su lugar sin moverse ni un poco. Laura M. no dejó de acariciar a Lager. También se las ingenió para tomar cerveza y comer la picada.

        ¡Ah, qué riquísimo que está todo!, podría comer esto para siempre, se ilusionó Laura M.

Julia apareció con más dos pintas de cerveza porter y unas botellas de agua gasificada.

        El antídoto para el veneno, comentó.

*

Durante cinco minutos más o menos la lluvia cayó con gran intensidad. Nos acercamos a la puerta a mirar y nos sorprendió que la calle se había convertido en un río que arrastraba ramas y basura.

Pasada la furia de la precipitación, el agua caía recta, continua, pero más calma. Volvimos a sentarnos. Se estaba haciendo tarde, y Laura M. se sentía cansada. Le pregunté a Julia si tenía el número de un remis. Me dijo que sí, que al lado había un muchacho que nos podría llevar sin problema.

 

Fernando

Enero, 2023 

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