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miércoles, 22 de diciembre de 2021

Eat at Lu's

 


 


El restorán de Lucy está en una casa vieja, y las diferentes habitaciones albergan dos, máximo tres mesas. Las paredes están revocadas, en contra de la tendencia de dejar los ladrillos a la vista para realzar la sensación de casa antigua. Acá, lo antiguo está en los pisos de pinotea, las bovedillas en los cielorrasos altísimos, las paredes de cuarenta y cinco.

Las sillas tienen el respaldo curvo, y los asientos acolchados con almohadones tachonados para hacer más confortable el momento de la cena (porque no abre al mediodía).

Lucy trabaja a la mañana en una escuela como secretaria. Ese sueldo le alcanza para vivir. A la noche, de jueves a sábados abre el restorán, solamente con reservas. Ese ingreso le sirve para soñar. No importa si tiene una sola mesa, porque ya sabe lo que va a gastar: el menú se pide con anticipación. De cualquier forma, rara vez tiene una sola mesa. Siempre tiene lleno, y como muy poco, como esta noche, solamente otras dos parejas aparte de Ernesto y Casimira. Entonces, piensa Ernesto, no lo tenía tan planeado: llamó y Lucy le dijo que había lugar. Sin duda se le complicó irlo a buscar, y eso le parece enternecedor.

 

         ¿Tuviste buen viaje?

         Sí, pero el colectivo tardó un montón, a la ida y a la venida.

         ¿Ya lo tiene listo, Amadeo?

         Dice que sí.

         Pero cómo, ¿no te mostró la plataforma?

         No.

         No entiendo.

         La terminó cuando yo estaba volviendo.

         Pero, ¿me estás cachando, Ernesto?

         Un poquito, Casimira.

         Ufa.

 

Cuando llegan, Ernesto va a su estudio a consultar el Y–Chan, el libro de las constantes. Escucha “Human Kind”, de Dhafer Youssef. A medida que el laúd va dejando espacio al canto del muacir, que pronto se coordina con el clarinete, al punto de que llega un punto en que es difícil distinguir la voz del cantante del instrumento, le pasa que se va estremeciendo, y ve cómo la piel de los brazos se hace de gallina, ahora que no tiene la camisa puesta.

Luego de un momento, tira las monedas, seis veces, y anota los resultados:

·         de menor a mayor,

·         de mayor a menor,

·         los menores en los extremos y el mayor en el centro.

·         invierte los resultados hasta obtener seis cifras.

·         Tira una última moneda y multiplica ese valor por la suma de cada línea. Así obtiene una cifra que debe consultar en el libro. Esa es la clave para el siguiente libro que tiene que leer.

 

Cassie golpea suave la puerta y pasa. Ernesto se incorpora y la mira.

 

                ¿Otra vez el nudismo, Erne?

        Es un ratito, nada más, Cassie.

        Bueno, bueno, qué se yo.

        ¿Te molesta?

        ¿Eh?

        Sí, ya sé, se nota que te molesta.

        Pero…

 

Ernesto se cubre con una bata, le da un beso en la mejilla, va hacia el dormitorio. Al rato sale, vestido con una chomba y un pantalón bermuda, y encuentra a Cassie en el living, que lee unas revistas de arte.

 

        Voy a mirar los videos que me pasó Amadeo, ¿querés ver?

        En un ratito voy. Te llevo un café, ¿querés?

        Un té, mejor, de hierbas.

        Dale.

 

 Fernando

Diciembre, MMXXI

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