Los números, esos
paladines de la exactitud, a veces resultan paradojales: hay tantos números enteros
como múltiplos de siete, por poner solamente un ejemplo.
En caso de duda, hagamos
la siguiente comprobación:
Números
enteros
|
1
|
2
|
3
|
4
|
5
|
6
|
…
|
Múltipos
de 7
|
7
|
14
|
21
|
28
|
35
|
42
|
…
|
Así, entonces, vemos que
si contamos los múltiplos de siete (o de cualquier otro), habrá tantos como
números enteros. De manera análoga, entre dos números reales cualesquiera hay
infinitos números reales. Es decir que la cantidad entre 0 y 1, entre los
reales, es la misma que entre 0 y 0,01
Luego, como esto se
empezó a escribir ayer, hoy debería tener como subtítulo
Día 2 del día 59 del día 41
Porque habiendo ya dicho
lo de lo paradojal, sería innecesario poner día 1 bis. Entonces, como la
intención es avanzar y no quedarnos en lo infinitesimal, iremos desgranando las
cosas día a día. Más que nada porque no contamos con un artefacto que nos
permita explorar los espacios infinitos entre dos números reales. Menos aún de
volver atrás en el tiempo. Esto algo tiene que ver con el Big-Bang, y sin duda
con el Big-Ben, porque antes de eso el tiempo no existía. Luego sí, pero se
expande de manera continua, y el tiempo se crea a medida que el espacio se
crea. Es decir que son, espacio y tiempo, una unidad. Así como nosotros estamos
sometidos a las mismas leyes: solamente podemos avanzar en nuestro tiempo. No
podemos ir a ayer a terminar algo que quedó inconcluso. Y mucho menos ir a
mañana para ver cómo quedará, que será mañana de este hoy. Por eso vivimos en
la incertidumbre del día a día, nos carcome el hueso el mientras tanto. ¿Qué
pasará? ¿Qué podríamos haber hecho, o dejado de hacer, para que esto que está
pasando no pase?
Inútil. No hay respuesta.
Por más vueltas que le demos al asunto, no hay respuesta. Tampoco explicación,
que podría, de suyo, darnos una pista. Si esto pasó por lo de aquí y lo de más
allá, entonces podría ser que eso responda a la siguiente causa. Pero no. Los
hechos ocurrieron, A se metió en B y provocó C. Pero no sabemos ni por qué
entró, y tampoco qué cosa exactamente provocó C. Que, para empeorarlo todo,
resultó en D y E.
Para eso tendríamos que
ir unos mil doscientos días hacia atrás, al 30 de noviembre del año cero de
esta historia. Mil doscientos cuarenta y seis días para ser exactos. Ese día,
por la tarde, M y F deciden encontrarse en un bar a tomar una cerveza producto
de unos mensajes que han intercambiado en forma de poemas cercanos a la copla o
la décima. Aquí la forma tenía importancia para lograr el objetivo, pero no
tanta como para regirse por un estricto control de la métrica o de la rima. El
objetivo de M era impactar a F, hacerlo responder en el mismo estilo, y
convocarlo a un encuentro. Luego de una charla que bien podría ser
interminable, a no ser porque el local estaba cerrando y las sillas patas
arriba en las mesas fueron una clara señal de ir saliendo, concluyó en un beso
primero rápido y nervioso y duro, para pasar, pocas cuadras más allá, a ser
profundo, demorado, húmedo.
Fernando
Abril, MMXX
Fernando
Abril, MMXX
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