Alma Azul Libros - Lanús Este |
En la esquina de la Avenida 9 de Julio y F. M. Esquiú, Lanús
Este, nos encontramos con una bella librería, que antiguamente fuera una
farmacia. Es más, aún queda el grabado en la fachada, que habla de mantener la
historia del local, abierto como librería en noviembre de 2016, y que fue
adquirido por el abuelo de Ángela en 1922.
La vidriera que da sobre 9 de Julio, si uno llega por la
mañana, tiene un film que protege a los libros de la dañina influencia de los
rayos solares, que tantas tapas desteñidas y ajadas ha creado por detrás de
inescrupulosas vitrinas. Esto nos habla de la preocupación de la dueña por
cuidar los preciados objetos que ofrece para el regocijo de los lectores.
Al ingresar, nos encontramos con una decoración de lo más
agradable: paredes pintadas de color maíz, una antigua puerta con vidrios repartidos
pintados como si fueran un vitral, una mesada de hormigón que sostiene una
vieja bacha enlozada (esas que hoy están tan de moda), y una canilla digna del
palacio San José, completan una media ventana que sostiene un cuadro, y una
silla con respaldo semicircular, parecido a las que se encuentran en el Café
Tortoni. Todo esto da la sensación de que somos viajeros en el tiempo luego de
haber entrado a ese local que próximamente cumplirá cien años.
María Ángela, que nos
recibe con una sonrisa, nos cuenta que “el local lo compró mi abuelo en 1922.
Pero mientras lo refaccionaba, abrió la farmacia en el local que está justo en
diagonal a este.”
Cosas que pasan: ¿Y
cuándo se abrió la farmacia en este lugar?
Ángela Adamo: En
1930, cuando se puedo terminar de refaccionar.
CQP: ¿Por qué
Alma Azul?
AA: Bueno, pensé
que aquí antes se cuidaba del cuerpo, y los libros son un cuidado para el alma.
CQP: Mens sana…
AA: Claro, tal
cual. Y bueno, el azul es un color tranquilizante, y se asocia con la mente,
con la parte más intelectual de la persona. En la antigüedad se lo relacionaba con
el infinito, la inmortalidad, la realeza, lo sagrado.
CQP: ¿Y cómo va
la librería? ¿Tuvo buena repercusión en el barrio?
AA: La verdad es
que va bastante bien. Los vecinos le dieron una buena recepción. Hay personas
que vienen a charlar, a mirar. Muchas veces me dicen que no se animaban a entrar,
pero después se dan cuenta de que acá pueden preguntar, recorrer los estantes,
no es un supermercado de libros donde sí o sí tienen que comprar.
CQP: Y también
hacer talleres.
AA: Sí, yo
entiendo este lugar como un espacio, no solamente como una librería. Por
ejemplo hace una semana hubo una muestra de un taller de teatro, presentamos un
libro, o un recital. Tenemos talleres de meditación, muestras de pintura. Esa
pared de ahí, por ejemplo, que estaba a la miseria por la humedad, decidí
dejarla con el ladrillo visto para que respire, y exponemos pinturas.
CQP: ¿Y cómo
pasaron de una farmacia a una librería? Parece un cambio algo alocado.
AA: (risas) Pasa
que mi tía siempre tuvo librería. Ella abrió una librearía hace casi cincuenta
años en Río Negro, así que no es algo lejano para mí.
CQP: La
decoración es muy agradable, se nota un cuidado por mantener el vínculo con el
pasado.
AA: La decoración
la hice con mucho trabajo. Casi todas las estanterías son las originales de la
farmacia. El mueble que uso de escritorio era parte de la separación que había
entre el local y el laboratorio. Toda la entrada, las vidrieras, son las
originales. Le cambié los vidrios a esta puerta (la que da al baño) y le pinté
un falso vitral. Igual que la puerta de servicio. Todo lo que es madera lo lijé
yo misma, la verdad tuve que trabajar un montón, porque después que se cerró la
farmacia el local estuvo alquilado a una panadería y dejaron un desastre. Pero mi
idea fue mantener la fachada, pensar en el barrio como era en esos tiempos.
CQP: ¿Cuáles son
los proyectos para los próximos años?
AA: Muchos amigos
me dicen que ponga un bar. Puede ser algo a tener en cuenta, porque el que
viene a tomar un café puede mirar un libro y sería una ayuda para el negocio.
CQP: Parece una
idea muy interesante.
AA: No la
descarto, pero por ahora estoy yo sola y no podría, además de que hace falta
otro tipo de habilitación, una inversión y tener gente que sepa del negocio. La
librería se mantiene, (yo vivo de la jubilación) pero todavía no da para crecer
por ese lado.
En un momento de la charla entra una clienta, y Ángela corre
de un lado para otro en busca de los libros que le pide. Recomienda, sugiere,
pregunta. Nos preguntamos cuál será el orden que lleva, ya que va de un lado a
otro del local por libros similares. Nos dirá que es un orden personal, y que
en algún momento buscará hacerlo más profesional (como su tía la librera de
Gral. Roca), pero que por ahora se siente cómoda así. Y es muy cierto, lo que
se respira en Alma Azul es
tranquilidad.
Fernando Berton
Abril, 2017
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