No les
interesan las noticias siempre tan abundantes sobre los sucesos mundiales, ni
los acontecimientos importantes del país, como las elecciones u otras bagatelas
por el estilo
Ezequiel
Martínez Estrada, en Gusto
¿Qué hacer si nos cruzamos con un extraterrestre –mientras pienso
que cada vez estamos más cerca de encontrarnos con un verdadero marciano salido
de los tantos rastros de agua que encuentra la NASA cada tanto en el viejo y
querido planeta rojo– y nos pidiera que le diésemos un pantallazo de lo que
pasa en la Tierra en treinta minutos?
Siempre pensé que lo mejor sería leerle el diario: si
pasamos rápidamente por los titulares y algún que otro copete o bajada, en
media hora el joven –suponemos que los ancianos no hacen viajes
intergalácticos– alienígena se llevaría un buen panorama a su nave madre para
contarles a sus no menos alienígenas compañeros.
Hagamos un intento, y miremos los titulares de “Le monde
diplomatique”[1]
·
El apretón de manos de Zarif y Obama es criticado en Irán
·
El primer ministro indio ha olvidado hablar de la libertad de expresión
·
Guerra de palabras entre Ryad y Teherán después de la tragedia de La
Meca
·
Numerosas muertes en una serie de explosiones en China
·
Israel ha realizado ataques aéreos en la Franja de Gaza[2]
Críticas, olvidos, guerra, muerte, ataques… Es bastante
triste el panorama ofrecido. Tal vez podríamos intentar con un noticiero de
radio o de televisión (así también mostraríamos los avances tecnológicos al
ET), pero a poco de sentarnos en un bar y ver un informativo –contando con la
suerte de no caer en el horario de la novela de la tarde– notamos con desazón
que no son mucho mejores las noticias que allí nos ofrecen.
Le pedimos, algo apesadumbrados, disculpas a nuestro amigo
del espacio, mientras lo miramos marcharse con las antenas entre las patas, con
su iridiscencia verdosa algo maltrecha por la terrible experiencia: ¡qué
planeta de bochorno es la Tierra!, pensará, no hay ahí personas felices que se
enamoren, que rían cándidamente al sacarle una foto a un niño que come un
alfajor y es todo dientes y chocolate, que canten canciones en la ducha, que
transmitan fotografías por sus dispositivos transmisores receptores –se puede
decir celu, pero hemos sido impresionados por el encuentro–, y en fin, gentes
comunes con vidas comunes.
La vieja frase de William Maxwell Aitken[3]
sigue teniendo vigencia, y cada vez más las noticias son un compendio de
calamidades.
Empecé este artículo con una cita, y quisiera finalizar con
otra, que fue escrita hace unos años, y parece seguir tan vigente como entonces
–pueden, rápidamente, leer la nota al pie para saber quién y cuándo la
escribió, o tratar de adivinar la fecha, y se llevarán una bonita sorpresa–.
"Es imposible recorrer una gaceta cualquiera, de no importa qué día,
qué mes, o qué año, sin tropezar a cada línea con los signos de la perversidad
humana más espantosa, al mismo tiempo que con las jactancias más sorprendentes
de honradez, de bondad, de caridad y las más descaradas afirmaciones relativas
al progreso y a la civilización.
Cualquier diario, de la primera a la última línea, no es más que un
tejido de horrores. Guerras, crímenes, robos, impudicias, torturas, crímenes de
príncipes o de naciones, crímenes de particulares, una borrachera de atrocidad
universal.
Y con ese asqueroso aperitivo, el hombre civilizado acompaña su comida
cada mañana.
Todo en este mundo transpira crimen: el diario, la pared y el rostro del
hombre.
No entiendo cómo una mano pura puede abrir un periódico sin una
convulsión de asco." [4]
[1] Optamos por un medio
internacional para no cargar las tintas sobre la batalla gobierno / medios
hegemónicos de estos últimos años.
Versión
visitada: http://www.lemonde.fr/international/ el 30/09/2015
[2] Las traducciones son
mías, a mi mejor saber y entender y con una pequeña ayuda del traductor de
Google.
[3]“ Si un perro muerde
a un hombre, no es noticia; pero si un hombre muerde a un perro, eso sí es
noticia”
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