...y sólo la oyeron (la predicación) los fieles que más cerca estaban. Sin embargo, si
es cierto que el hábito no hace al monje, lo hace sin duda la fe, cuando los
que asisten a la misa oyen hielo, ya saben que el predicador ha dicho cielo, si
eterno infierno, si visto Cristo, si dos Dios, y si nada más oye, palabra o
eco, es que se acabó el sermón y ya podemos irnos.
Memorial del convento, José Saramago:
Buenos Aries, 2010, Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara S.A.; Pág. 286
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