Lunes, 8:45 am. El tren estaba con demoras, y el viaje ha sido menos complicado de lo que hubiese esperado en un primer momento. Lo que, de alguna manera, ayuda a no estar tan de mal humor para empezar la semana, sobre todo porque parecía que se venía el mundo abajo, pero no, apenas un poco de viento.
Y fuerte, claro, tanto, que arranca personas de sus zapatos. Y los hace dar vueltas en el aire, antes de llevarlos a viajar por Brasil hasta el parque Lezama, y de ahí andá a saber a qué destinos fantásticos.
Y en ese llevarse a la gente de repente, deja los zapatos tirados ahí, que no se sabe bien si van o vienen, o si representan una especie de ying-yang callejero y la visión es algo más que un ataque de surrealismo de segunda (que apela al vocablo portugués para lunes, y no a la baja calidad de la visión)
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Nota al pie: (nunca mejor dicho). Esta foto no es, de ninguna manera, un truco, ni una puesta en escena, ni una construcción artificial. Es, ni más ni menos, que un hallazgo así de temprano en una mañana gris.
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