El edificio blanco que se ve sobre la izquierda es el antiguo Patronato de la Infancia (PADELAI), que está, en estos días, tomado, y parece tener un conflicto con la ciudad. Próximamente, veré de ahondar en este tema. Pero, en realidad, lo interesante, es la diferencia entre Balcarce y Paseo Colón. La verdad no soy bueno para este tipo de cálculos, pero supongo, sin método específico, que debe haber no menos de 4 metros. Que, cuando uno baja, no tienen demasiada importancia (sí hay que tener la precaución de bajar en zig-zag, para no sentir que los dedos te van a perforar el calzado); pero que al momento de subir, te pueden dejar la lengua por el piso, el culo haciendo así, y los pulmones pidiendo por favor.
Ahora, la verdad verdadera es que ya no me asusta. Puedo subir desde el Paseo Colón hasta Balcarce así como vengo, sin parar en el medio de la cuadra a buscar un poco de oxígeno. Sin que me tiemblen las piernas.
Estas son las cosas positivas que estoy pensando para sentir que lo mejor que uno puede hacer es respirar. Desde el yoga, se dice que el alimento más importante es el aire. (Podemos vivir más de diez días sin comer alimentos sólidos, pero unos pocos minutos sin respirar)
No piense en un caballo blanco apunta, precisamente, a proponerse metas positivas. Respirar, despertar a la mañana sin hacer un ruido infernal, sin boquear como pez fuera del agua. Y esto, con un diagnóstico de E.P.O.C. (=Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica), y también enficema, es decir, destrucción de los alveólos pulmonares que producen una sensación de que el aire entra pero no sale, y escuchás un ruido espantoso al respirar.
Ya quedó dicho, el cuerpo reacciona de forma maravillosa: en menos de una semana, puedo dar saltitos para subir un cordón, y hasta ensayar un trote cuando el semáforo repentinamente se pone a favor de los automovilistas.
Descubrí, también, que había encontrado un recorrido que evitaba lo más posible las subidas pronunciadas (por ejemplo, si sos todavía un fumador pesado, te conviene subir del Paseo Colón por la calle Chile, que tiene una cuesta mucho más suave que cualquiera de las demás) Claro, dependiendo de cuántas cuadras te tome llegar hasta Chile, si no, lo mejor es encarar la subida, y hacer un alto en el medio, hasta que puedas darte cuenta y dejar de pensar en lo que no tenés que hacer, y hacer lo que tenés que hacer, es decir, respirar mejor. Y así, cuando veas la cuesta como se ve acá, no te va a dar miedo, ni te vas a agitar como si corrieras una maratón.
¡Salud! y que puedas pensar en positivo.
PD: Al final me puse un poco demasiado pedagógico, o iglesia pentecostal. Perdón, no es la idea, pero estoy tan feliz con esta decisión que he tomado, que se me va la mano.
Probá, nada más. Gracias por leer.
Ahora, la verdad verdadera es que ya no me asusta. Puedo subir desde el Paseo Colón hasta Balcarce así como vengo, sin parar en el medio de la cuadra a buscar un poco de oxígeno. Sin que me tiemblen las piernas.
Estas son las cosas positivas que estoy pensando para sentir que lo mejor que uno puede hacer es respirar. Desde el yoga, se dice que el alimento más importante es el aire. (Podemos vivir más de diez días sin comer alimentos sólidos, pero unos pocos minutos sin respirar)
No piense en un caballo blanco apunta, precisamente, a proponerse metas positivas. Respirar, despertar a la mañana sin hacer un ruido infernal, sin boquear como pez fuera del agua. Y esto, con un diagnóstico de E.P.O.C. (=Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica), y también enficema, es decir, destrucción de los alveólos pulmonares que producen una sensación de que el aire entra pero no sale, y escuchás un ruido espantoso al respirar.
Ya quedó dicho, el cuerpo reacciona de forma maravillosa: en menos de una semana, puedo dar saltitos para subir un cordón, y hasta ensayar un trote cuando el semáforo repentinamente se pone a favor de los automovilistas.
Descubrí, también, que había encontrado un recorrido que evitaba lo más posible las subidas pronunciadas (por ejemplo, si sos todavía un fumador pesado, te conviene subir del Paseo Colón por la calle Chile, que tiene una cuesta mucho más suave que cualquiera de las demás) Claro, dependiendo de cuántas cuadras te tome llegar hasta Chile, si no, lo mejor es encarar la subida, y hacer un alto en el medio, hasta que puedas darte cuenta y dejar de pensar en lo que no tenés que hacer, y hacer lo que tenés que hacer, es decir, respirar mejor. Y así, cuando veas la cuesta como se ve acá, no te va a dar miedo, ni te vas a agitar como si corrieras una maratón.
¡Salud! y que puedas pensar en positivo.
PD: Al final me puse un poco demasiado pedagógico, o iglesia pentecostal. Perdón, no es la idea, pero estoy tan feliz con esta decisión que he tomado, que se me va la mano.
Probá, nada más. Gracias por leer.
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