1º
de mayo de 1997.
El Capitalismo no deja nada
librado a la improvisación. ¿Cómo podía llamarse un café en la entrada de un
aeropuerto?. “Punto de encuentro”. (En francés, claro, pero no puedo escribirlo
bien).
En
el medio del embotellamiento hablamos (si puede decirse), de Chirac, Astiz,
Platini y France ´98. Al fin llegamos a su casa, y pude arrellanarme en un
sillón, con café instantáneo y leche en polvo. (Típico lugar de soltera con
muchas obligaciones. Muy cool). Eso sí: hacía bastante frío.
Luego
de saltearnos el almuerzo, fuimos a caminar por París: L´Etoile, La Louvre, Place de la Concorde,
Champs Elysèes, un viajecito en Metro. Frente al Louvre pude ver la famosa
pirámide de metal y vidrio que mandó a construir Miterrand. Una verdadera pena,
porque cubre la fachada del edificio, que en mi opinión es mucho más
importante. Y por dentro, uno se encuentra ahora con una variedad de negocios
de ropa, reproducciones de las obras, cafés y venta de cigarrillos. Nuevamente,
el capitalismo ha hecho de las suyas: seguramente los miles de turistas que
recorren el museo, luego de algunas horas deben sentir deseos de tomar algo, de
comprar un suéter o de ir al baño. Y qué mejor que hacerlo dentro mismo del
lugar, en esta vieja cultura frita. Seguramente, al volver a casa, uno puede
jactarse de ese bello pulóver que ha comprado en el mismísimo Louvre. (Y yo que
pensaba que hacer un shopping de las Galerías Pacífico era una especie de
salvación posmoderna a una hermosa obra de arquitectura. Una cagada, en verdad,
pero al menos se recupera un bello lugar para la ciudad).
Pero al ver el Louvre convertido en una especie de
Galerías Pacífico en el primer mundo, me dio como una cosa. Porque, que yo
sepa, el museo francés nunca estuvo lleno de mugre, ratas y delincuentes.
París, en general, ha respetado la Historia de sus calles, sus farolas y
adoquines parejos con miles de años. De hecho, durante la Segunda Guerra, los
vitrales de Nuestra Señora de París fueron guardados para evitar alguna bala
perdida. Y ese respeto por la Historia es un culto a la identidad de la ciudad
y de sus habitantes, que por generaciones pueden disfrutar de los mismos
lugares de la misma manera, que sólo son mantenidos en su forma original.
Todo
esto, cher Karine, es lo que intentaba decir mientras caminábamos en silencio
por las Tulieries, les Champs Elysèes. Es, en parte, lo que quise decir con “La
digestión de la humanidad”: haber visto el Louvre rodeado de mierda
capitalista, que no se pierde ninguna oportunidad de vender a gran precio lo
que vale menos de la mitad a diez cuadras.
De
hecho, el museo mismo es una muestra del producto de la digestión: tenemos ahí
las obras de griegos y egipcios que fueron conquistados por la avasallante
cultura occidental, que se afanó todo lo que pudo. (Imaginaba a Napoleón,
mientras ponían el Obelisco en la Concorde, puteando por no haber podido
traerse las Pirámides. E imagino a Miterrand, mientras construía esa mierda de
pirámide vidriosa, creer honrar a Napoleón. Pienso en las Galerías
Pacífico, y no puedo dejar de reírme).
En
cierta forma, si es cierto que la Grecia Clásica es el origen de la cultura
occidental moderna, este siglo xx es el fin del proceso digestivo, y nada de lo
producido hoy por el capitalismo puede ser otra cosa que mierda.
Los
griegos no creían que esclavizar gente estuviera mal. El capitalismo tampoco
cree que el plusvalor esté mal, y que la opresión del trabajador por el
capitalista sea algo que haya que reconsiderar. Los griegos, al menos, hablaban
de esclavos con todas las letras. El capitalismo, en cambio, habla de libertad
(legalidad y fraternidad, pero dicho en francés), del tipo que tiene que
romperse el lomo para producir algo que jamás podrá comprar con el maldito
sueldo que gana, por decirlo de algún modo.
De
tal manera que hemos caminado todo este camino para estar tapados de mierda.
Para haberle afanado las estatuas a los pobres griegos y ponerlas en un museo
de París (adonde deberá viajar un griego moderno si quiere conocer esa parte de
su propia Historia).
Francia
está sufriendo en carne propia, también, un fenómeno similar cuando discrimina
a esos africanos que vienen de las colonias hablando en francés rudimentario de
libertad, legalidad y fraternidad.
Acaso
Lennon lo ha dicho
mejor y más sintéticamente:
Imagine
Imagine there’s no heaven,
it’s easy if you try
no hell bellow us
above us only sky
imagine all the people
living for today.
Imagine there’s no countries
it isn’t hard to do
nothing to kill or die for
and no religion too
imagine all the people
living life in peace...
Imagine no possessions
I wonder if you can
no need for greed or hunger
a brotherhood of man
imagine all the people
sharing all the world.
You may say I’m a dreamer
but I’m not the only one
I hope some day you join us
And the
world will be as one.
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