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José Viñals; Miel de Avispa; Editorial de Belgrano; Buenos Aires; 1982 |
La fotografía que ilustra este artículo es de un libro que tengo como de cabecera, de un autor poco conocido, y acaso algo profético: este libro, de 1982, nada menos, cuenta las historias de un pueblo en la provincia de Córdoba que se llama "Corralito"...
Pero en realidad, este pequeño preámbulo es para presentar el tema de hoy: las estadísticas.
Debo el título de la nota al cuento homónimo del libro de marras, y cito un pedacito del comienzo:
VEA, EL 80% DEL PUEBLO somos gringos, el 60% gallegos y el 20% criollos, argentinos puros quiero decir. De otras extranjerías más seleccionadas andamos pobres, pero algo tenemos. Tenemos 5 familias turcas, 4 que viven de este lado de las vías y 1 que no es una familia porque es 1 turco que vive solo del otro lado de la estación, o sea un 5% justo de árabes, digamos, porque decirles turcos ofende.
Y así continúa.
Sin embargo, más allá de la forma muy interesante que el narrador presenta las estadísticas poblacionales de "Corralito", llama la atención que puedan interpretarse con tanta facilidad lo que comúnmente se conoce como "los fríos números". ¿Para quién son fríos los números?
Y entonces así vamos llegando al tema que nos convoca: la normalidad. Vemos que a la vuelta de cada página del diario -no se equivoca el lector asiduo de este blog si cree ya haber leído esto por aquí- aparecen un sinnúmero de atrocidades cometidas por no menos atroces seres. Podría hacer un esfuerzo creativo a la manera de Viñals, pero me limitaré a la anodina y ascética enumeración (no taxativa, por cierto). Tenemos, entonces, seres como:
- ladrones
- rateros
- motochorros
- pungas
- bolsiqueadores
- estafadores
- vendedores de humo
- asesinos
- asesinos seriales
- femicidas
- maltratadores
- acosadores morales
- pedófilos
- secuestradores
- reducidores de autos
- piratas del asfalto
- reducidores de cabezas
- delincuentes no contenidos en esta lista
- racistas
- homofóbicos
- xenófobos
Esta es, como decía, una lista no taxativa, y que no pretende ser, de ninguna manera, graciosa. Es poner el acento en la cantidad abultada de posibles formas de la anormalidad, versus una sola forma de normalidad.
Dicen por ahí que no han crecido los crímenes, sino que hay mejores estadísticas. Esto quiere decir, según veo, que son temas que vienen desde bastante lejos. Pensaba en las tragedias de la Grecia clásica (sg V a.c.); que tienen unos 2500 años y una gran vigencia. Pensaba en el secuestro de las sabinas por los fundadores de Roma, que se quedaron sin mujeres, e inventaron un ardid para birlarles las suyas a un pueblo vecino. Pensaba en los cristianos, que pasaron de ser alimento de los leones en el Coliseo Romano al mayor grupo genocida organizado de la historia antigua y medieval. Pensaba en las más de 1800 mujeres asesinadas en los últimos 7 años (2008 a 2014, no encontré datos de 2015. En http://www.lacasadelencuentro.org/portada.html). De todos esos casos, 9 de cada 10 fueron cometidos por las parejas o ex parejas de las mujeres asesinadas.
Esto muestra, mínimamente, por cierto, un panorama bastante restringido en casos pero amplio en el tiempo para que debamos replantearnos el término "normal". ¿Podríamos hacer un listado de cantidad de personas "normales" para comparar con el listado de personas "anormales"?
Todo el tiempo tenemos que luchar contra nuestros instintos más bajos, esos que están ahí desde siempre, que a veces ni nos damos cuenta de que los tenemos. ¿O acaso es normal que cincuenta mil personas insulten a otra porque cobró penal, y lo amenacen con que no va a salir de la cancha?
En fin, a esta nota le falta remate, pero a esta altura, es lo que menos se necesita.