La memoria carece de verdad, solo tiene convicción emocional
Alejandro González Iñárritu – Bardo
Traté por todos los medios de recordar a Laura M. mientras el comité de evaluación se encargaba de analizar mi caso. Deduje, por una simple cuestión lógica, que la secuencia Banco Nación-Sanatorio-Funeral había ocurrido en ese orden. El reencuentro no podría haber ocurrido antes que la visita a la clínica, ni esta antes del velatorio.
Contento con el hallazgo, me puse a escribir febrilmente. No pasó mucho hasta que aparecieron las primeras dudas: ¿qué habíamos hecho después del cementerio? ¿Habíamos ido a la playa antes o después de ir a las sierras? ¿Laura M. se enfermó cuando yo tenía el brazo enyesado? ¿O lo tenía enyesado cuando internaron a mamá?
Me pareció que, después de todo, no tenía tanta importancia, incluso hasta podía jugar en favor de la trama: los olvidos como elemento de tensión o guiños al lector. La idea, entonces, era mostrar varias anécdotas en un determinado orden y así poder jugar con el público, que fueran ellos quienes intentaran secuenciar cada capítulo.
*
Conseguimos la cabaña “Lady Marian” en el complejo Sherwood.
Como vos, le dije a Laura M.
¿Qué decís?
Claro: L. M.
¡Ah!, qué boba, jajaja.
A la noche hicimos asado, y después salimos a caminar un rato para bajar la comida. Llegamos hasta el centro, y paramos a tomar un helado.
El centro de Villa Retoños tiene una seudo plaza alrededor de la cual no hay iglesia, comisaría ni Banco Nación. La plaza en sí es un semicírculo con canteros hechos con troncos –ramas gruesas es una mejor definición– llenos de flores coloridas y unos senderitos de grava. Todo alrededor se apiñan locales comerciales de estilo cabañas de troncos y amplios ventanales como los que se ven en el sur cerca de la cordillera de los Andes.
Laura M. pidió un cucurucho de mascarpone con frutos del bosque, y yo de dulce de leche granizado. Nos sentamos a unas mesas en la vereda a saborear nuestros helados, a mirar las pocas personas que paseaban y a disfrutar del aire fresco y seco de las sierras.
Yo me hubiera quedado un poco más, la noche estaba muy agradable, pero Laura M. quiso volver, se sentía cansada. Cuando llegamos a la cabaña, se fue directamente a la cama. Yo me lavé los dientes y me fui a acostar. Le di un beso y noté que volaba de fiebre.
Fernando
Enero, 2023
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