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miércoles, 5 de diciembre de 2018
jueves, 22 de noviembre de 2018
Between, no more! (¡entre, nomás!)
- Hello, do you know Bolivar street?
- Yes, I do.
- Can you tell me how to get there?
- Yes, of course. Turn left on the corner, go straight 200 meters and you’ll be there.
Traducción cómoda:
- Hola, usted sabe la calle Bolívar?
- Sí, yo hago.
- Puede contarme cómo consigo allí?
- Sí, de curso. Hágase de izquierda en la esquina, vaya con un heterosexual 200 metros y usted será allí.
Fernando
Noviembre
MMXVIII
- Yes, I do.
- Can you tell me how to get there?
- Yes, of course. Turn left on the corner, go straight 200 meters and you’ll be there.
Traducción cómoda:
- Hola, usted sabe la calle Bolívar?
- Sí, yo hago.
- Puede contarme cómo consigo allí?
- Sí, de curso. Hágase de izquierda en la esquina, vaya con un heterosexual 200 metros y usted será allí.
Fernando
Noviembre
MMXVIII
viernes, 9 de noviembre de 2018
Solo dos problemas
Roberto Fontanarrosa decía tener
solamente dos problemas para jugar al fútbol: la pierna derecha y la pierna
izquierda. A mí me pasaba exactamente eso. Creo que no obedecían las órdenes
que les daba. Reaccionaban a destiempo, frenaban al momento de picar y
golpeaban al rival por no atinarle al cuero. Recuerdo solamente dos ocasiones
en las que parecí vencer esas incapacidades. Una fue cuando, a falta de un
compañero de cuarto año (yo estaba en quinto), me pusieron en el otro equipo. Tal
vez porque nadie esperaba nada de mí, esa tarde estuve presente en las dos
áreas, salvé un gol, hice otro y asistí para que otro convirtiera. De más está
decir que mis habituales compañeros me putearon bastante por jugar bien (este
hecho merecería analizar la cuestión del punto de vista: siempre me puteaban
por jugar mal, y una vez que jugué bien, pero en otro equipo, también me
putearon)
En otra ocasión, algunos años
antes, tuve también un desempeño destacado una tarde en el complejo deportivo
junto a la cancha de Lanús, al que accedíamos colándonos por una casa
abandonada. Como solía ocurrir, armamos un picado con otros que estaban ahí, y
de los que no sabíamos nada, así que el azar me puso en uno de esos bandos
mezclados. En ese partido tuve la visión para poner pases al vacío, frente el
avance de un delantero que terminó convirtiendo, y marqué un gol de cabeza,
único en toda mi carrera. Volví a casa no digo que en andas pero sí con una
alegría inmensa.
Nunca más me pasaría. De hecho,
la última vez que estuve en un partido, yo estaba en el banco de los suplentes
mientras mi equipo jugaba con uno menos.
Pasaron los años y por culpa del
cigarrillo ya no pude jugar al fútbol, ni a ninguna otra cosa. De hecho hoy, si
veo que se va el último tren, no puedo correrlo, a fuerza de quedar sin aire. Me
dediqué a escribir, a estudiar, a veces a dar clases. Pero ciertamente, si me
dieran a elegir entre el nobel de literatura y jugar un partido, lo pensaría
muy seriamente.
Fernando
Noviembre
MMXVIII
jueves, 8 de noviembre de 2018
Un mundo "customizado"
Clase Pública - Buenos Aires - 2018 |
El vocablo inglés “Customize”
significa hacer o modificar algo de acuerdo a especificaciones personales o
únicas. Esto, en castellano, se traduce como “personalizar”; y entendemos que
solamente se puede personalizar algo que es de fabricación en serie, la gran
paradoja del mundo individualista: la producción en masa, industrial, es cada
vez más amplia y abarca todos los sectores de la economía. Y cuando el mercado
local dejó de ser suficiente para el crecimiento de los países y sus grandes
corporaciones, se han ido a la captura del mercado global.
De manera paralela, un nuevo marco para la
cooperación público-privada global[1]
ha ido tomando forma. La cooperación público-privada consiste en aprovechar el
sector privado y los mercados abiertos para impulsar el crecimiento económico
para el bien público, teniendo siempre en cuenta la sostenibilidad ambiental y
la inclusión social. Sin embargo, para determinar lo que comprende el bien
público, primero debemos identificar las causas de la desigualdad
La llamada “cooperación” entre
los ámbitos público y privado suele ser engañosa, como toda realidad sensible,
y nos lleva a que estos cambios que se proponen “desde cero” (como se aprecia
en el artículo citado) y que tengamos que hacer “estemos listos o no” nos
plantea la pregunta de si habrá, en este nuevo modelo, otra vez ganadores y
perdedores. Porque, ¿quiénes serán los que lleven adelante los cambios? Lo más
posible es que sean motorizados por grandes grupos concentrados, como el propio
Foro Económico Mundial, del que
tomamos esta declaración, y que tienen resto para poder empezar algo de cero y
financiarlo. Las personas que viven de sus salarios, y llegan con lo justo a
fin de mes, ¿cómo harían para empezar “desde cero”, “estando listos o no”?
Al final de la cita se habla de “Identificar
las causas de la desigualdad”, y que parece perseguir una lucha por un mundo
global e igual. Sin embargo, y a riesgo de extralimitarnos en la opinión, no
parece que haya que hacer grandes estudios para saber cuáles son las causas de
la desigualdad: las prebendas que los “ámbitos privados” obtienen de los
“ámbitos públicos” en perjuicio de los millones de trabajadores asalariados,
emprendedores y marginados tienen una preponderancia casi insoslayable, salvo
que se quiera ocultar que ese intento por identificar desigualdades generará
recursos para consultoras que harán planes y proyectos para determinar que los
ricos son ricos y los pobres, pobres. Mientras tanto, habrán generado empleo
ficticio, agrandado la brecha tecnológica entre los países avanzados y el resto,
creado conceptos como “gobernanza”[2]
y aumentado las arcas de las grandes corporaciones globales. Y vendrá luego la
“Globalización 6.0”, si es que llegamos vivos a tal situación.
Entonces, la “personalización” de
la que hablamos al comienzo se plantea como algo que estaba en la sociedad
cuando parecía ser menos individualista: la ropa y el calzado, por ejemplo, se
hacían a medida. Tanto es así que el actual mundo global nos ofrece soluciones
“Taylor-made”, es decir, por un sastre. A Medida, en una palabra. La sociedad
industrial parte de la premisa de que todos los habitantes del planeta encajarán
en sus talles preestablecidos, en la ropa “lista-para-usar” y que eventualmente
habrá que hacerles unos ajustecitos (dobladillos, acortar mangas, etc.) Cosa
que no ocurre con el calzado, ya que no hay forma de achicar o agrandar un
zapato. El progreso, entonces, masifica. Pero, para lograr su objetivo, manda
mensajes personales. Ha “customizado” la publicidad. Y mucho más aún en estos
tiempos de internet en los que las cookies pretenden “mejorar nuestra
experiencia con anuncios de acuerdo a nuestras expectativas”. Y eso presume que
la única razón por la que una persona visitaría internet sería comprar cosas. No
estaría buscando información, leer un artículo periodístico, ver una imagen de
un lugar desconocido, consultar un diccionario, etc. El progreso, parece,
solamente ocurre si se vende cada vez más, si hay más ganancia.
No es que estemos en contra del
progreso. Pero nos preguntamos para qué tanto progreso que genera, año tras
año, más marginación y solamente incrementa la brecha entre ricos y pobres,[3]
que no ha dejado de crecer entre 1980 y 2015 como puede apreciarse en el
gráfico a continuación:
Esto se mantiene como tendencia
en los últimos treinta y cinco años, por lo que no podemos suponer que cambiará
con la nueva Globalización 4.0 (que, por lo demás, no queda muy claro en qué
consiste).
En suma, la idea que queremos
transmitir es que el progreso económico está reservado solamente a los sectores
más ricos de la población (la sola idea de ricos y pobres valida el concepto de
sociedad desigual, cosa que se corrobora también con la existencia de un organismo
llamado “Laboratorio mundial de
inequidad”) y que seguirá siendo así a menos que se modifiquen fuertemente
los conceptos de bienestar. Haber dejado que todo logro se mida por la ganancia
en dinero hace que esto se retroalimente. Por caso la candente realidad de
Honduras, que en estos días es un gran foco de tensión por la marcha hacia
Estados Unidos de una enorme caravana de migrantes por territorio mexicano.
Veamos qué dice el Foro Económico:
Aunque el país creció a un ritmo del 4,2 en
2017, seis de cada 10 personas viven en la pobreza y cuatro en la extrema
pobreza y ni siquiera pueden comer una vez cada día. Sufre además la presión
fiscal más alta de la región y las compañías de luz, agua y gas ejercen sin
piedad estándares de cobro del primer mundo en un lugar con más de cinco
millones de pobres.[4]
Entonces, ¿qué clase de crecimiento
es ese que mantiene en la pobreza a la mayoría de la población? Sin llegar a
esos extremos, hemos sufrido momentos similares en Argentina, donde el
“crecimiento” de las compañías privadas a costa del patrimonio público (como la
epidemia de privatizaciones que azotó al país en la década de 1990) terminó en
una de las peores crisis en la historia argentina. Hasta ahora, claro, que se
está incubando algo similar.
Mientras tanto, habrá que seguir
luchando por una sociedad en la que ser exitoso también consista en ser felices
a partir, también, de tener sueños, disfrutar de un descanso, de una buena
lectura o de una sonrisa. Todas esas cosas, como puede apreciarse, no están
valoradas en dinero, y es por eso que aparecen siempre asociadas en las
publicidades de bienes transables: nadie puede vender una sonrisa, salvo
mediada por un anuncio comercial. El dinero, como bien decía un aviso de una
tarjeta de crédito, está para “todo lo demás”. Es por eso que los avisos
publicitarios asocian la felicidad a un bien y no nos muestran las
características de los productos. Nos sugieren (en verdad, hay que ser justos,
no es que lo digan) que seremos felices comprando tal o cual objeto, cuando deberían
decir que nuestra vida sería, acaso, más confortable (es innegable que un
sillón es más cómodo que sentarse en un cajón de verduras). Pero no por eso
seremos más felices.
La conclusión, querido lector
desprevenido, es que este mundo personalizado lo está para los dueños del
dinero más que para nosotros, simples mortales, que nos esforzamos con fuerza
para llegar, no digamos ya a fin de mes, sino lo más lejos que se pueda.
Fernando Berton
Noviembre, MMXVIII
[1] https://es.weforum.org/agenda/2018/11/los-forcejeos-de-la-globalizacion-4-0/?utm_medium=40digest.intl.home&utm_source=email&utm_content=&utm_campaign=campaign
Última versión consultada: 07NOV18
[2] gobernanza
1. f. Arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un
desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano
equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía
[3]
Fuente: World Inequality Lab, https://wir2018.wid.world/files/download/wir2018-summary-english.pdf
Nótese que esta brecha es tan importante que el reporte ni siquiera menciona a
América Latina como región, solamente aparece Brasil.
(Última versión consultada: 07NOV18)
[4] En World Economic Forum: https://es.weforum.org/agenda/2018/11/honduras-el-origen-del-exodo-centroamericano/
(Última
version consultada: 07NOV18)
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