Comprar RELACIONES

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jueves, 28 de julio de 2016

Character sketch

Un hombre entra a la librería y pide un café con leche con medialunas.
las medialunas todavía no salen, tendrá que esperar un cachito.
Se queda sentado, en silencio, los brazos cruzados, la mirada -algo perdida- hacia la barra, hacia la camarera que trabaja en su café con leche y en sus medialunas.
No lee el diario que tiene a la mano, no recorre con la vista los estantes que rebosan libros.
Solamente está sentado.
En silencio.
Espera.
El café con leche casi está listo.
Para las medialunas, tendrá que esperar un cachito.




bertonmmxvijunefernando

miércoles, 27 de julio de 2016

All we are is mere stardust

Podemos dejarnos llevar por nuestros preconceptos o dejar que las cosas nuevas impacten en nuestra sensibilidad. Quizás los nuevos sabores se metan en nuestra boca y recorran palmo a palmo los labios y la lengua con un leve masaje desde afuera hacia adentro. Porque no podemos llegar a lo profundo si no empezamos por la superficie. Somos tan tontos como inteligentes. Un niño empieza a andar luego de haber caído un sinnúmero de veces. Todos tenemos la frente partida por haberle dado a una mesa alrededor de los dos o tres años. Quizás es mejor esperar que pedir, sorprenderse que confirmar, aceptar lo que viene y no rechazar lo que no nos gusta. Quizás sea mejor soñar y contar lo que se ha soñado. Un día, nunca sabremos si a la vuelta de la esquina, alguien nos diga: "con el escudo o sobre él". Y deberemos honrar ese pedido. Mientras tanto, al regreso de cada batalla, con las costillas doloridas de empujar en el subte o en el colectivo, nos espera un momento de calma. Quizás sea mejor descansar. Ya habrá tiempo para nuevas batallas.



bertonmmxvijuliofernando

martes, 26 de julio de 2016

Inteligencia Artificial

¡Hola! Soy el robot, ¿cómo estás? ¿Cómo puedo ayudarte esta mañana? Tengo un sinnúmero de funciones entre las que se pueden contar ayuda financiera, cumplimiento de deseos, apertura de cuentas falsas en redes sociales, hacerte famoso de la noche a la mañana, hacerte saltear obligaciones y lograr solamente los momentos placenteros, conseguir que ganes amigos y que pierdas enemigos.

Puedo hacer, si nada de eso te interesa, que ganes prestigio como deportista, que seas un gran basquetbolista, que tu planilla sea la mejor cada noche aunque juegues solamente diez minutos.

Consigo con facilidad que tengas a tu disposición un vasto catálogo de frases inteligentes y oportunas para decir en las fantásticas reuniones y fiestas a las que serás invitado con frecuencia. Puedo lograr que no repitas anécdotas ni digas todo el tiempo ¿ya les conté cuando estuve enterrado dos días en una gruta en Finisterre?

Puedo llenarte de premios en diferentes festivales de música, cine, teatro, pintura, literatura y cualesquiera otras artes que pudieras tener como interés. Ser el centro del universo de la escultura vanguardista de principios del siglo xx o un conspicuo compositor de música dodecafónica.

Quizás sea todo un detalle que consigas pintar de azul las noches de invierno que van de Estanbul a Algeciras o al revés, y que encuentres a tu primer amor detrás de esas cañas.

Tampoco se me escapa que quieras ser un reconocido novelista, siempre con la palabra justa, con el sustantivo que sustantiva y el verbo que verba. Que tus personajes sean ejemplos para la sociedad medieval tanto como para el post punk. Que no haya un posmoderno que deje de reconocer cierto vacío encantador en tus párrafos.

Por último, yo soy tu robot, ese que puedes programar con discos que harás girar sobre una piedra circular o cilíndrica que se levantará del suelo con solo clavarle la mirada, y tendrás la dicha de saber si el disco caerá para estar de tu lado o del de tus adversarios.

Sí, claro. Siempre hay que tener adversarios. ¿De qué sirve la inteligencia si no hay nadie ahí para apreciarla?





mmxvifernandobertonjuly

domingo, 24 de julio de 2016

Terror en el barrio : un mundo ideal para hombres y monstruas


MARIANA ENRIQUEZ (1973) nos presenta en Las cosas que perdimos en el fuego (Anagrama, Buenos Aires, 2016) un conjunto de doce relatos de terror. Sí, sí, leyó bien el lector desprevenido: Terror. Ese género que ha sido bastardeado hasta el cansancio por el cine desde la aparición de Freddy Krueger para acá, pasando por todas las Ring, Jason y sucedáneos. Hacemos la salvedad de The silence of the lambs,  y seguimos adelante.
En esa delgada línea que separa lo real de lo fantástico, esta suerte de Quiroga o Laiseca de nuestros tiempos nos lleva a recorrer un universo plagado de situaciones estremecedoras. Para esto, el recurso que utiliza, en la mayoría de los relatos, es la descripción de la realidad. Sí, sí, la realidad, vuelve a leer bien el lector desprevenido. ¿Y cómo puede ser eso? Pues bien, bastante sencillo: describe las cosas que acontecen a diario en los barrios bajos de la ciudad, pero también en el interior profundo, en los países vecinos, en las localidades turísticas.
Tiene mucho de periodístico este libro, ciertamente, haciendo honor a una de las tantas profesiones de la autora.  Por eso es escueto en sus metáforas: contar a las madres adolescentes embarazadas que fuman paco en las oscuras calles de Constitución (en “El chico sucio”), mezclado con travestis que rondan esta zona roja y en ocasiones logran salir un poco para poner un negocio, es un logro tan simple como efectivo.

Sin embargo, la finalidad estética de la descripción flaubertiana está totalmente impregnada de imperativos «realistas», como si en apariencia la exactitud del referente, superior o indiferente a toda  otra función, gobernara y justificara, ella sola, el describirlo o –en el caso de descripciones reducidas a una palabra- el denotarlo; las exigencias estéticas se impregnan aquí-al menos a título de coartada- de exipencias referenciales: es probable que si uno llegara aRouen en diligencia, la vista que tendría al descender la costa que lleva a la ciudad no sería“objetivamente”, diferente del panorama que describe Flaubert.[1]

En efecto, el viajero desprevenido que baje en la estación Constitución del ferrocarril Roca, no encontrará a simple vista este mundo que nos cuenta Mariana. Aunque tampoco deberá esforzarse demasiado. Nomás salir al hall central, si se queda dos minutos mirando, verá cómo se intercambian paquetitos de forma disimulada, a la vista de todo el mundo. Y si camina por la calle Pavón, es casi inevitable encontrarse con un sinnúmero de “Lalas”, chicos sucios y sus madres consumiendo paco u otras sustancias.
En síntesis, podemos decir que aquí los cuentos son un simple “efecto de ficción”, que solamente subrayan aspectos de la realidad. Sin duda, la escritura de Mariana Enriquez en Las cosas que perdimos con el fuego nos dice que el terror está ahí, a cada paso que damos: la marginación, la trata de personas –en especial mujeres y niños–, la violencia contra las mujeres son los más terribles.
Pero también nos habla del desamor, de los desórdenes alimentarios, de la droga. En cualquier caso, todo el libro trabaja sobre estos tópicos, y con más o menos intensidad, nos hace ver que no hay que hacer demasiado esfuerzo para ver estas cosas.
Por todo esto, este libro es de ficción. Para todo lo demás está la realidad.



Fernando Berton
Julio, 2016


[1][1] BARTHES, ROLAND; El efecto de realidad

martes, 12 de julio de 2016

smoke dealers

having second thoughts, I think, and there's nothing much I can do 'bout
but there must always be something we can do I fancy, it's late I think, but I'm not sleepy tonite.
I'm sleepy every morning I think, when I wake up after a long nite without sleep, when I gotta go work, get myself a living, fight to make ends meet, sleep like a log I think but say nothing you see, I'm trying to forget about today maybe until tomorrow, I think in the middle of my sleep where I'm awake all night long, like a log I should be, not here I shouldn't be, like a paperback writer I shouldn't be I think, but I can't help it I mean, it's always the same believe me every night and every day, I ask myself what the hell, I must gotta go to sleep and not be here you see, I'm not free though I believe, you see, it's late, I'm having second thoughts and there's nothing much you wanna do 'bout.



julymmxvifernandoberton

lunes, 11 de julio de 2016

lucha cotidiana

every day just the same
walk five hundred yards
or meters
or miles
to the station
catch the train
escape from rain
every day just the same

wondering from coffe to desk
write emails
answer the phone
make some cold calls
every day just the same

back home
power's gone
light a candle
or two
to see nothing
no memories of you




juliommxvifernandoberton

viernes, 8 de julio de 2016

sooner or later

tal vez una de estas tardes sepamos de qué va la cosa
y entonces ya nada nos moleste
ni siquiera esa piedra en el zapato
veremos las cosas con otros ojos desde otra perspectiva
subiremos a los montes urales y comeremos frutas secas
y desde allí
desde la tranquilidad de esas alturas
nos diremos a nosotros mismos que valió la pena
que ver toda la belleza
que recordar todas las mañanas
que haber dado todo lo que dimos
valió la pena

y entonces beberemos el último trago de un trago
haremos un brindis por los abrazos dados
por los recuerdos inoportunos en los viajes diarios
por los momentos en los que no supimos para dónde ir
por los errores que cometimos con el pleno convencimiento
de estar haciendo lo correcto

y ya no habrá más dolor


bertonjuliofernandommxvi

jueves, 7 de julio de 2016

Microdictaduras

El lector desprevenido que suele frecuentar estas páginas debería saber, ya, que es él mismo un protagonista habitual de las mismas.
Disculpado que hubo el uso del arcaísmo, se dispone entonces a leer un artículo que de alguna manera se continúa de uno anterior: Leer en voz baja, donde se decía (¿o se dice? porque el artículo sigue estando ahí) que el teléfono celular bla bla bla.
Aquí venimos a hablar del teléfono de línea, o fijo, ya que de lo contrario parecería que es un teléfono cocainómano.
Bueno, se dice en el mencionado artículo que parece haber en estos tiempos una preferencia en la conversación con delay. Esto es, alguien manda un audio por uasap, el receptor lo recepta y, a su vez, responde. Así vemos un sinnúmero de personas que, mientras caminan por aceras y senderos, sostienen sus adminículos con los dedos índice a meñique por el dorso, mientras el pulgar presiona el ícono del micrófono, al tiempo que las cuerdas vocales -se desconoce la existencia de cuerdas consonantes- emiten el dichoso "audio".
Según puede buscarse por allí, el teléfono es un invento de mediados o fines del siglo xix, y desde entonces viene atormentando la tranquilidad de los hogares, primero, y de los empleados después.
En efecto, cuando un teléfono suena, la vida de quien escucha su ring se trastoca, y debe, imperiosa e indefectiblemente, dejar todo lo que estaba haciendo para ir a atender el llamado. El llamado telefónico tiene ascendente sobre cualesquiera otras actividades humanas.
Como bien dice nuestro viejo amigo Victor S., es algo que está automatizado y a lo que casi nadie presta atención: ¿por qué razón las empresas te dicen que tenés que atender antes del tercer ring? ¿Por qué el llamado es más importante que lo que uno -cuando digo uno me refiero a un simple empleado- está haciendo? ¿Por qué los novios o novias te increpan porque no atendiste un llamado y parece que quien no atendió porque justo se estaba lavando los dientes no tiene excusa posible? "Te llamé", te dicen con espuma en la boca, "y no me atendiste".
"Es que me estaba lavando los dientes", balbucea el acusado y condenado a priori.
"Mentira, no me querés atender", recrimina el despótico llamador.
En el ámbito laboral, por caso, el continuo ring del teléfono hace que el simple empleado no pueda terminar nada, ya que a cada llamado se le cambia la tarea, o el target, o su plan de negocio, por así decir.
Sin contar a los que le mandan al simple empleado un correo electrónico y, escasos segundos después, lo llaman por teléfono para decir "te mandé un mail". Cuando no le mandan un uasap, también, por texto y audio.
Y así pasa el día.

Parece ser que el pobre empleado -que viene siendo un sucedáneo del lector desprevenido- es un ser frío y distante que, con su bandeja de entrada llena de mensajes en negrita, hipócritamente se dedica a no contestar los mails, mientras atiende los llamados que le piden que responda los correos.

Este hiperbólico artículo tiene como finalidad hacer reflexionar a todos aquellos que mandan correos y textos y audios de modo irrefrenable. La recepción, lectura, comprensión, búsqueda de información para responder y final respuesta son muchos más pasos que el puro eyacular mensajes de cualquier índole.

"Che, Albert, ahí te mandé un mail. A ver si me contestás qué es eso de la relatividad, eh?"


juliobertonmmxvifernando



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