Comprar RELACIONES

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viernes, 29 de abril de 2016

recreación del altercado

fuimos hasta el borde
y nos volvimos algo asustados por haber llegado tan cerca
no quedaba otra que volvernos la verdad
 
si no fuera por las noches oscuras
todos los días serían iguales
a las tardes
de partidos sin goles
de bordes afilados
de sangres aterradas
igual que los soldados
o los hombres solitarios
las mujeres atormentadas
los trenes llenos de vacíos
los recuerdos que vuelven a
ser recordados después de un

olvido
cuando no queda mucho más que hacer
 
a decir verdad
fue solo un momento
una tarde cualquiera en un instante impropio

las estrellas están
pero las nubes las tapan







Fernando Berton
Abril MMXVI

Think about it!

es martes y hace frío
el tren se acaba de ir y te deja en la estación
solo
solo por un instante
hasta que llegan otras soledades
que se amuchan al borde del anden
al borde de caer a la vía
justo cuando pasa el tren



Fernando Berton
Abril MMXVI

domingo, 24 de abril de 2016

Situación de sueño

Hace ya unos cuantos años, en este mismo blog publicaba un artículo que se llama Situación de calle
Allí me refería a la entonces canditata a vicejefa de la ciudad de Buenos Aires, y hoy gobernadora de la provincia idem.


Personas en situación de calle

El tema, sugerido más que dicho en el citado artículo, era el eufemismo, ¿nocierto? Para ello, ponía a los perros de la calle al lado de un señor en situación de calle. Y hablaba de mis necesidades básicas satisfechas, según el faraón Maslow. (Bueno, todo aquél que tiene una pirámide merece ser faraón, ¿o no, Yoko?) Porque, ¿qué cosa es la "situación de calle"? ¿Hay perros en situación de calle? No: hay perros de la calle; que hasta película tienen.
Pero no está bien decir gente de la calle. Porque enseguida nos remite a que no tienen un lugar donde vivir. Y no tener un lugar donde vivir es no tener un lugar donde bañarse, donde dormir, donde satisfacer las necesidades básicas, esas que están en la base de la pirámide de Maslow. Y no está bueno hablar de esa gente, porque para ellos "el gobierno va hacer algo, va a presentar un proyecto, va a convocar a los gremios" (mientras que, en contraposición, ya se les pagó a los buitres, se bajaron las retenciones, se liberó el tipo de cambio, se lamenta por cómo suben los precios).

Hace unos días, el 21 de abril de 2016, en el programa Minuto 1 que conduce el periodista Gustavo Sylvestre, la diputada del PRO Gladys Gonzalez dijo una cosa semejante: "gente que pasó a situación de desempleo".

Le planteo al lector desprevenido que suele pasar por estas páginas que se tome un momento para analizar la frase en cuestión.

Pregúntese, querido y desprevenido lector, ¿qué quiere decir situación de desempleo?

Y pregúntese, a continuación: ¿cómo hace una persona para pasar a situación de desempleo?

Da toda la sensación de que esa persona ha decidido llegar a tal situación. Algo así como decir que pasará a tomarse vacaciones, o pasará a visitar a su abuelita, ¿nocierto?

¿No es de un cinismo enorme decir semejante oración? Pero sin importar si es que sí o no, lo que semejante frase nos dice es que hay gente pensando en cómo decir las cosas. No es que alguien echó a alguien más de su trabajo. Es que el actual desocupado DECIDIÓ (por sí mismo, entiéndase) PASAR A SITUACIÓN DE DESPIDO. O sea, se levantó una mañaña y dijo "vieja, la verdad es que estoy harto, hoy voy a pasar a situación de despido". "¿Te parece, bichi?", dirá, con casi total tranquilidad, la esposa. A lo que el señor contestará "sí, qué se jodan, a mí no me echa nadie".

Entonces, para que quede claro, cuando alguna oración no le suene, es porque no suena. Es porque están forzando la realidad, como intenté contarle en otra entrada anterior sobre el recorte de una imagen.

Dicho para el lector muy desprevenido: no hay personas en situación de despido. HAY DESPEDIDOS. Y el que despide es el patrón, o sea el que te contrata, es decir el que tiene la potestad de terminar con el empleo. Porque si el trabajador renuncia, dice renuncié y listo, no anda diciendo "dejé a la empresa en situación de un empleado menos", ¿no le parece?

¡Salud!

martes, 19 de abril de 2016

Las mentiras y otras publicidades


Una cosa que quedó flotando en la nota anterior es que hay un modelo a seguir. Me explico: cuando la fábrica de desengrip plus te dice que si te tomás un desengrip se te pasa todo y no hace falta que faltes al trabajo, te está diciendo que cagaste, que tu vida ya no es más tu vida, y que tenés que ir a trabajar siempre.

Muchos de nosotros hemos pasado por la situación de llamar a la empresa para decir que no podíamos ir porque estábamos enfermos de algo (mayormente gripe, cáncer de colon o hiv, da igual), y lo que nos preguntan es "¿cuándo venís?". Con suerte, algún compañero te puede mandar un wasap para saber si estás bien.

Pero en realidad, lo que este artículo quiere decir es lo siguiente: el modelo de la droga está en todos lados. El que te vende merca, paco, éxtasis o cualquier otra boludez, sabe que vos estás buscando estar arriba. To be high, dicen en inglés. Que es una forma de conseguir desde afuera lo que no conseguís desde adentro.

La publicidad de medicamentos de venta libre (llámese ácido acetil salicílico, desengrip, no cough, especto yokosama san o como sea) apela al mismo discurso: tomá esto y vas a estar para arriba.

Lo mismo con las bebidas alcoholicas: tomá vino friso con columnas de orden jónico que vas a ser feliz.

Antes, cuando el Nono Pugliese recorría el mundo con Claudia Sánchez fumando eleme largos, las publicidades de cigarrillos -hoy prohibidas en la tele- decían exactamente lo mismo: fumáte un eleme largo y vas a ser feliz.

Bueno, no descubro nada, todas las publicidades te dicen que si consumís X vas a ser feliz.

Quiero decir que las publicidades de sustancias son equivalentes a los que te venden drogas. En fiestas electrónicas, a la entrada de la cancha, en el hall central de la estación Constitución, a la salida del colegio nacional, en el congreso nacional, a la vuelta de tu casa, en la villa 31, en Rivadavia y Acoyte o en el aeropuerto de Schiphol, en Amsterdam.

Quiero decir que las empresas necesitan que vos no faltes al trabajo. Entonces, no faltes, no te sientas mal, tomáte un desengrip plus ultra super de la lora y no faltes. Trabajá hasta morir, como un galeote. Con suerte, algún compañero al que no le importa tanto eso, capaz te manda un wasap y te pregunta si estás bien.

Tu jefe, seguramente, lo único que te va a preguntar es si volvés el viernes.

¡Salú!






Me and my circumstances
MMXVI

lunes, 18 de abril de 2016

La publicidad y otras mentiras



Yo no soy un experto en adicciones. O tal vez sí, desde el punto de vista del adicto. Quiero decir que no me dedico a eso, a saber por qué la gente (entre la que me incluyo) es adicta a lo que es adicta.

Creo que siempre hubo adictos, antes y después de los avisos publicitarios. Esto no quiere decir que los adictos del siglo IV antes de Cristo tengan las mismas razones que los de ahora para adictarse. O adiccionarse, según otros. Ni siquiera que fueran inducidos por mensajes subliminales a consumir determinadas sustancias.

Lo que sí me parece irrefutable es que el modelo que nos toca vivir aprende todo el tiempo de sí mismo y busca maximizar ganancias a toda costa. Si esto significa vender copos de nieve, aceitunas rellenas o pastillas de sperman, da igual.

Y aquí quiero hacer un pequeño alto en el camino: la cultura de la satisfacción inmediata de los deseos es una vil mentira, vayan sabiéndolo. Nada ocurre en tres clics. O sí, por ejemplo este artículo:
1) clic en "nueva entrada" (detesto la palabra "entrada", pero en fin
2) escribir el artículo (o entrada)
3) publicar

¡Y listo!

¿Qué facil, nocierto?

Pero, ¿donde está la trampa? En el punto 2, claramente. Porque, ¿qué pasa si en el medio de la escritura se corta la luz y no tengo acceso a la internet? O peor, ¿qué pasaría si en medio de la escritura me gano la lotería y entonces me chuparía bien todo escribir esta "entrada"? Y peor de los peores, ¿qué pasaría si en medio de la escritura mi musa inspiradora decidiera poner un taller literario, digamos en Quebec, y olvidarse de mí por completo y dejarme con mi artículo a medio hacer? ¿Eh?

Pues que, en cualesquiera de los casos, no llegaría al punto 3. Ergo, esto de los "tres simples pasos" es, como tantas otras cosas que se publicitan, una falacia.

Bueno, pero volviendo. ¿Qué pasaría si, por ejemplo, me diera dolor de cabeza? Pues bien, acudiría al viejo y querido acido acetil salicílico, que rápidamente me sacaría de mi situación para ponerme a punto, enfocado y atento a lo que tengo que hacer.

Lo mismo si me diera un resfriado o una gripa. Me tomaría un desengrip plus ultra y listo, nada de cama ni de costoso día por ART en la empresa.

O sea, tómese esto que va andar bárbaro, sin necesidad de faltar al laburo (con el consiguiente beneficio para la empresa que lo emplea y el perjucio para la salud que lo matiene vivo) y chau pinela.

Y si el desengrip archi plus ultra no le hace nada, pruebe con un sperman, que seguro lo pone bien arriba y no le vienen a la mente esas boludeces de cuidar la salud, de hacer todo en tres simples pasos y creer que lo están explotando, vea, usted se está poniendo medio paranoico, me parece.

Volviendo II: no crea que las casualidades son tan casuales. Si hay alguien vendiendo cosas ilegales, es porque hay alguien a quien le interesa que eso pase.

Y no digo más, porque es la hora de tomar mi desengrip ultra comb.

¡Salud!




Fernando Berton
Abril MMXVI

domingo, 17 de abril de 2016

death will come and your eyes she'll have

tuvo, a qué negarlo, momentos de inspiración
páginas logradas a fuerza de madrugar
de pensar en cada paso cómo iba la historia

tuvo, digamos así, mucho trabajo
horas dedicadas en bares
lecturas a escondidas
frases resaltadas con amarillo
notas marginales

pero no le fue bien, digamoslo de una vez
llegó hasta el último minuto
con la palabra escurriendose
por sus innumerables significados
por torrentosos ríos de polisemias

su mejor trabajo, hay que decirlo
quedó inconcluso
a medio hacer
si es que el hacer tiene un medio
y la mejor parte
es el silencio







fernando berton
abril mmxvi

martes, 5 de abril de 2016

the siar

 
los deseos
de zeus
siempre estarán a la altura
de los decesos
de los poetas que buscan
que rabian
que rebuscan el mango
que esperan

las palabras
en cambio
siempre andan juyendo
de sus significados

fernando berton
abril mmxvi

sábado, 2 de abril de 2016

Leer en voz baja


     Cuando Agustín de Hipona (San Agustín) conoce a Ambrosio de Milán (San Ambrosio), una de las cosas que le llaman la atención es que Ambrosio leía en voz baja. Es decir, pasaba los ojos por el texto y acaso movía un poco los labios, pero no emitía sonido alguno en la lectura.
    Y esto es sorprendente por partida doble: en primer lugar, porque ocurre en el siglo IV de la era cristiana. Y porque la lectura para sí solamente se generalizaría 11 siglos después, cuando la invención de la imprenta populariza el libro, y entonces la gente puede adquirir libros y leer sin necesidad de un narrador.
    De todos modos, recién a fines del siglo XIX o comienzos del XX hay verdaderas acciones en pos de combatir el analfabetismo. En efecto, cuando el capitalismo entra en su etapa de desarrollo más avanzada, la necesidad de lectores crece, y por lo tanto aparecen la escuela obligatoria y pública, los grandes periódicos, las ediciones más económicas, los escritores profesionales.
   Todo esto obedece a la necesidad de vender libros, no vaya a creer en el puro altruismo el desprevenido lector de otras veces.
 
   Ahora bien, en los últimos tiempos, el teléfono celular hizo posible la conversación en cualquier lugar. Pero luego, como resultaba bastante oneroso su uso indiscriminado, los siempre altruistas empresarios telefónicos inventaron el mensaje de texto y el correo electrónico. Ambas cosas pusieron al descubierto las enormes dificultades del común de la gente en acertar con las reglas ortográficas. Así, cosas que creíamos desterradas -como el dengue-, volvieron a la luz: hay por ahí, ay por hay, cansión por canción y pedasito por pedacito surgieron de sus tumbas cual zombies, tan populares hoy día, también.

   En consecuencia, hoy vemos que el mensaje de texto (¡detesto los mensajes de texto!) se van emparejando a los mensajes de voz. O comúnmente conocidos como "audios". Te mandé un audio, dice el texto. Y ahí van todos, en la avenida, en la peatonal, en el colectivo o el tren, mandando audios a la vista de todo el mundo. Bueno, disculpará el lector prevenido el oxímoron, los audios se mandan al oído de todo el mundo, digamos.

  Pero, así como Ambrosio de Milan leía para sí para evitar ser interrumpido, esta novedosa forma de conversación interrupta tiene la misma particularidad: al mandar un audio, el emisor evita las posibles interrupciones a las que estaría sometido en caso de una conversación telefónica tradicional. (Esto no evita que la respuesta sea "¡pero qué decís, boludo!", pero al menos no mientras el emisor emite y el receptor recepta).

  Es decir, el envío de audios hace que no se noten las faltas de ortografía, y evitan las insostenibles discusiones de los programas de panelistas a los que la TV es tan afecta, donde todos hablan a la vez y no terminamos entendiendo nada.

  Una ensalada cósmica en la que da lo mismo que el boleto cueste 3 o 6; después de todo, no es tanta la diferencia entre gastar el doble y cobrar solamente un cuarto más.

  Disculpará el lector prevenido esta conclusión algo traída de los pelos, pero resulta que tiene algo que ver: al llevar a la gente a la simplificación, lo que estamos logrando es una mayor dependencia de los que tienen los medios de comunicación en sus manos, llámese diario, radio, canal de tv o empresa de mensajería instantánea por celular. Sepa el lector que "los tres simples pasos" en los que estas compañías quieren hacernos creer que consiste todo, no son tan simples ni tan tres. El trabajo, el cultivarse, el salir adelante a fuerza de superarse uno mismo siguen siendo válidos. Te lo digan por texto o por audio.

 ¡Salud!




Fernando Berton
Abril MMXVI


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