Comprar RELACIONES

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sábado, 19 de enero de 2013

Receta de Arco Iris Casero





En determinadas circunstancias, el paisaje puede no ser favorable, y entonces nos sentimos insignificantes frente a la inmensidad.

La inmensidad puede estar representada en cualquier cosa que está a nuestro alrededor: un mar, un lago, un cielo, una mujer.

A veces, sin embargo, el paisaje puede pegarte una cachetada, y luego varios jags a la mandíbula, un uno dos, que te dejan sin aire, apenas podés mover las manitos así, un poco para allá, un poco para acá, esperando que suene la campana o el rival sufra un caro pardíaco redepente y te declaren ganador por knock out coronario o algo así.


En tales circunstancias, podés guardar la fotografía que tomaste y mirarla a cada rato, en cualesquiera de los medios digitales con que cuentes, sea +, libro, trino, tarjeta de memoria, pene drive, etc. Y cerrar los ojitos y soñar que estás de vuelta en ese lago sureño, con el frío que te corta la cara a pesar de que es verano, y que la llovizna apenas genera ese escenario justo para que lo retrates.

Pero, si la imaginación y el recuerdo flaquean  -cosa que suele ocurrir-, no desesperes, he aquí una receta para la fabricación casera de un arco iris:


Figura 1: Modelo Terminado

Ingredientes:

Jardín: 1
Manguera: 1
Agua corriente: Mucha
Atomizador: 1
Mano derecha: 1
Mano izquierda: 1
Espalda: 1
Sol: 1
Cámara fotográfica: Cantidad suficiente



Preparación:

Tome la manguera con la mano derecha. Utilice la mano izquierda para abrir el pico de riego en modo atomizador.
Ubique la espalda de espaldas al sol. Levante la manguera con la mano derecha hasta ubicarla a unos 45 grados. Cerciórese que la llovizna provocada actúe sobre la luz del sol de modo tal de descomponerla en los diversos colores que la componen y que, en general, no se aprecian.

(Ver la Figura 1 para darse una idea del objetivo ansiado)

Llegado el momento justo, podrá apreciarse la aparición de un arco iris ante sus admirados ojos, que de inmediato volverán hasta aquel espectáculo natural que lo indujeron a buscar la forma de fabricarse un arco iris en su propia casa.

Si el momento justo llega, entonces deberá utilizar la mano izquierda o derecha según sea su inclinación, para tomar la cámara fotográfica e inmortalizar el mágico momento que está aconteciendo ante sus propios ojos en el propio jardín de su propia casa (que puede, llegado el caso, ser alquilada, o bien de un amigo),

En tanto que el esmero puesto en la obtención de la escena, es posible que la naturaleza lo premie sin mayores requerimientos de participar en algún concurso, y se encuentre, al revelar su fotografía, con un doble arco iris cuando creyó que solamente había capturado uno.


Figura 2: Doble Arco Iris




miércoles, 9 de enero de 2013

Vas por leña


Fragata Sarmiento - Puerto Madero
Vas por leña
A veces no puedo dormir
Otras no puedo despertar
En el medio hay una extraña sensación
Una lucha desigual entre la vigilia y el sueño
Que se llevan las esperanzas lejos
A bordo de una vieja fragata atrapada en un puerto inútil
Puramente decorativos ambos puerto y barco
Pero que guardan intactas las fantasías de tantos viajes
De los reales y de los imaginados
Que más da
Sentado ahí en ese puerto inservible
O luchando a brazo partido con el océano furioso
Que escupe su espuma por toda la cubierta
Que revuelve los estómagos
Y grita y patalea y vence voluntades aquí y allá
Hasta el amanecer que mira desde la calma
La agotada calma de mar y de marinos
De barco y vela
Del horizonte que se ha echado a dormir
Hasta llegar a este puerto inútil a esta eterna siesta
Con los ojos entrecerrados que quieren creer que
Pronto
En cualquier momento
Sonarán los silbatos y los gritos de los guardiamarinas
Y  la bravura del mar azotará las mejillas
Agitará los corazones
Revolverá los estómagos y traerá
Otra vez
Las calmas que necesitan esos bravos corazones
Con un cigarro en una mano
Y una pluma en la otra para mandar sus recuerdos
Desde el primer puerto

Fernando Berton
Copyright: Julio, 2012

Fragata Sarmiento - Puerto Madero

lunes, 7 de enero de 2013

Método para recordar cosas olvidadas

   Hace muchos años leí Cien Años de Soledad, de Gabriel García Marquez. Como entonces yo era jóven y creía que tenía ante mis ojos una obra maestra, no presté atención a dos cosas:
1. Es muy graciosa -por momentos te reís a carcajadas-.
2. Tiene bastante erotismo -por momento te excitás a carcajadas (ejem)

    Claramente es una obra maestra, lo que quiero significar es que pensé que las obras maestras no podías ser ni graciosas ni eróticas. No sé por qué pensé eso en mis años mozos, y si lo anoté, he perdido el papelito.

    No hace mucho, escribí en este mismo blog una lista de cosas que he olvidado. Y esta mañana recordé que Cien Años de Soledad tiene un método para recordar los olvidos. Cito a continuación:


Fue Aureliano quien concibió la fórmula que había de defenderlos durante varios meses de las evasiones de la memoria. La descubrió por casualidad. Insomne experto, por haber sido uno de los primeros, había aprendido a la perfección el arte de la platería. Un día estaba buscando el pequeño yunque que utilizaba para laminar los metales, y no recordó su nombre. Su padre se lo dijo: «tas». Aureliano escribió el nombre en un papel que pegó con goma en la base del yunquecito: tas. Así estuvo seguro de no olvidarlo en el futuro. No se le ocurrió que fuera aquella la primera manifestación del olvido, porque el objeto tenía un nombre difícil de recordar. Pero pocos días después descubrió que tenía dificultades para recordar casi todas las cosas del laboratorio. Entonces las marcó con el nombre respectivo, de modo que le bastaba con leer la inscripción para identificarlas. Cuando su padre le comunicó su alarma por haber olvidado hasta
los hechos más impresionantes de su niñez, Aureliano le explicó su método, y José Arcadio Buendía lo puso en práctica en toda la casa y más tarde lo impuso a todo el pueblo. Con un hisopo entintado marcó cada cosa con su nombre:  mesa, silla, reloj, puerta, pared, cama, cacerola.  Fue al corral y marcó los animales y las plantas: vaca, chivo, puerca, gallina, yuca, malanga, guineo. Poco a poco, estudiando las infinitas posibilidades del olvido, se dio cuenta de que podía llegar un día en que se reconocieran las cosas por sus inscripciones, pero no se recordara su utilidad. Entonces fue más explícito. El letrero que colgó en la cerviz de la vaca era una muestra ejemplar de la forma en que los habitantes de Macondo estaban dispuestos a luchar contra el olvido: Ésta es la vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que produzca leche y
a la leche hay que herviría para mezclarla con el café y hacer café con leche. Así continuaron viviendo en una realidad escurridiza, momentáneamente capturada por las palabras, pero que había de fugarse sin remedio cuando olvidaran los valores de la letra escrita. 

      No tengo la cita bibliográfica exacta porque encontré este fragmento en mi compu.

       Y lo recordé cuando, al pasar por una calle, ví la siguiente imágen:



     Iré pasando por ahí en los próximos días a ver si le ponen el nombre a la pared, luego a los ladrillos, a la mezcla, una breve descripción de la función.

¡Salud!

jueves, 3 de enero de 2013

Clemente, ¿y Bartolo?


Sobre Balcarce, casi llegando a la Av. Belgrano, está la estatua de Clemente, en su versión televisiva, y en su ámbito más famoso, cuando ganó por afano la batalla de los papelitos al relator de América.

Sentado en su grada, parece tener reservado un espacio para cuando vuelva Bartolo de su misterioso viaje en tranvía hacia los confines de la historieta que lo vio nacer.

O acaso a su padre desde la pluma, que lo ha llevado a lo más alto de ese mundo de papel, más que nada en blanco y negro, por donde desfilaron tantos otros personajes, desde la Mulatona y Jacinto, a Alexis Dolínades y San Turain, un santo analizador de historietas.

Un poco antes, en el centro de Adrogué, partido de Alte. Brown, donde Caloi vivió y fue a la escuela secundaria, se le hizo un homenaje al crear la Plazoleta Clemente, con una estatua del simpático pajarito.





Esta escultura fue creada por Fernando Rusquellas, el mismo artista que creó los muñecos que hicieron a Clemente vivir en 3D para el mundial de España, en 1982, y que también se hizo querer con su voz gruesa, acaso inesperada, pero que no desentonó.

Fue verdaderamente cómico el famoso hincha de Camerún, cuando hicieron una serie de capítulos sobre los diversos cantitos de las hinchadas de los equipos.

La estatua de Adrogué, a diferencia de la del Paseo de la Historieta, representa a Clemente en su versión blanco y negro, sobre un capitel que remite al que usaba Dolínades para emitir sus famosas sentencias, de las cuales siempre recordaremos aquella que dice que

Todo lo que el hombre hace es para levantar minas


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