Comprar RELACIONES

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lunes, 31 de diciembre de 2012

2013


Hay veces en las que no sabemos para donde ir, y no siempre tenemos  a mano un cartel que nos dice que por ahí no.

Lo que generalmente nos ocurre es que nos damos la cabeza contra la puerta, o la pared, o el piso, en el peor de los casos.

En esos momentos, entonces, padecemos de una incapacidad para decidir, para salir adelante, para hacer lo que nos convenga.



Hace un tiempo, un señor Kafka ha generado un cuento enorme, al que llamó "Metamorfosis".

Ese cuento, que si lo miramos así literalmente parece una pavada, es lo  que nos pasa todo el tiempo.

Si buscan por ahí, habrán de ver que desde que somos fecundados hasta que nos terminamos de formar en el útiero materno, pasamos de un recuanajo asqueroso a un bebé.



Por eso, queridos lectores de Cosas que Pasan, espero que este año que comienza en unas pocas horas termine por convertirlos en lo que quieran ser. Y si no fuera posible, que empiecen su camino a transformarse en aquello que vayan a ser.

Cuesta, pero al final se encontrarán con ustedes mismos, fantásticamente convertidos en los seres que han ansiado ser durante todo este tiempo.

¡Salud! ¡Feliz 2013!



viernes, 28 de diciembre de 2012

Pinturas rupestres - Petroglifos III


Hagamos de cuenta que nos tomamos el túnel del tiempo, (Bueno, en el "hagamos de cuenta" se incluyen algunas fantasías que debe tener el imaginativo lector de Cosas que Pasan) que tiene una parada en la esquina más próxima a la cuarta dimensión.

Imaginemos, mientras el túnel se sacude un poco, hierven sus actuadores para cerrar herméticamente las puertas y que no se nos escape ni un segundo en el viaje; que la cosa nos llevará en un santiamén a unos veinte mil o cuarenta mil años atrás. A la vez, imaginemos que estamos en España o Francia, ya que esté túnel del tiempo solamente nos lleva en el tiempo, y no en el espacio. Bueno, cuando decimos "el imaginativo lector", nos referimos a él en sentido literal, y no hacemos extensivo el término al escritor.

Entonces, vamos a ubicarnos en un punto estratégico cerca de la cueva. Vemos ahí una familia Neanderthal, la mamá, los chiquitos que corretean por la entrada de la caverna, las mujeres más viejas que fuman unas chalas y preparan un caldo, las hijas adolescentes que relojean a los pibitos y se ocupan de la huerta. Todas hacen todo al mismo tiempo, y tienen que estar atentas a todo a la vez. Gimen, gritan, rien, chillan y emiten toda clase de sonidos y gruñidos que, tiempo más tarde, darán origen a algún lenguaje. Sus cerebros, en ese pandemónium que implica cuidar a los chicos, la cosecha, la cueva y las viejas, se van haciendo duchos en el arte de pensar y ejecutar múltiples tareas a la vez.

¿Y dónde estaban los hombres? Estos salían en grupo a cazar. Es notoria la capacidad de organizarse que tenían estos seres para perseguir, cansar, emboscar y, finalmente, derribar a los grandes animales que, uno contra uno, hubieran ganado siempre.

A veces, también, les daban ganas de decorar las paredes. Nada más provocativo que una pared en blanco. (Muchos años después vendrían las hojas de papel).

Estas pinturas, y otras manifestaciones asociadas, revelan que el ser humano, desde tiempos inmemoriales, organizó un sistema de representación artística que, se cree, está relacionado con prácticas de carácter mágico-religiosas para propiciar la caza.

Esta capacidad de poner en signos determinadas ideas, implican que los homínidos fueron dejando el estadio de animalidad para humanizarse. Es lo que nos dice la teoría de la evolución de las especies.

En consecuencia, las pinturas rupestres tienen un significado tremendo, ya que están haciendo de estos unos seres simbólicos, es decir, que representan sus ideas a partir de un lenguaje.

Sin querer arrogarnos aquí el derecho de desvelar misterios que han estado ocultos durante miles de años detrás de las pinturas rupestres y los petroglifos, creemos firmemente que estamos en presencia de un fenómeno que implica tres cosas fundamentales en la historia de la evolución hacia el homo sapiens:

1. Que el hecho de representar figuras de forma indeleble, implica un fuerte convencimiento de estos hombres primitivos en la fuerza de los símbolos. Esto derivará tiempo después en la creación de la escritura, y de un universo simbólico que llega a ser determinante de la condición humana.

2. Que en el mismísimo momento de pintar las paredes, se está originando, a la vez que la organización para lograr objetivos (ya hemos visto la vida doméstica de las mujeres y su capacidad de cumplir múltiples tareas, como también la formación de equipos que eran los cazadores, y ahora, también, nuevas disciplinas para conseguir las tintas y los pigmentos que permitan esta nueva actividad), se está originando, decíamos, el arte.

3. Y en todo esto, no debemos descartar la posibilidad de creer que en esta división azarosa de las tareas (mujeres en la cueva - hombres lejos de ella), que tengamos, por qué no, el origen mismo de la familia y el matrimonio, cuando casi podemos ver el júbilo de la mujer cuando ve llegar a su hombre con el búfalo cazado luego de semanas de persecución, casi al borde de la desesperación y el peligro cierto de muerte al intentar apartar al animal de su manada; y el orgullo del cazador al tirar la presa frente a su hembra, golpearse el pecho en demostración de fuerza y capacidad de traer el alimento para todas. Y casi podemos escuchar a la suegra, también, mientras, revolviendo el caldo, dice algo así como

"A ver cuando pinta esta cueva que es un asco"

¡Salud!






miércoles, 26 de diciembre de 2012

Una historia de amor V


La Luna se ha comprado lentes para ver de cerca, y ha encontrado fotos en guguel erz, porque no hay guguel mun, y se ha quedado sorprendida de todo lo que ha visto.

De puro comedida, le ha contado al oído las historias más tremendas de los heroicos enamorados que han hecho lo imposible para atraparla y regalársela a sus amadas. (O tal vez lo ha hecho de puro aburrida y sola en el medio del espacio sideral)


Ellos terminan una nueva semana, y recuerdan las risitas y cosquillas mientras el bochorno caldoso del viaje en subterráneo los transporta hacia un mundo mejor, que él insiste en opinar que cualquier cosa fuera de ese túnel concentrador de todo el calor que existe es un mundo mejor. 


Ella ríe, y al hacerlo, agita su cuerpito frágil contra el de él, que recibe los estímulos en sus terminales nerviosas, y transpira aún más; exuda todo su placer por los poros al recibir la sutil caricia de la ropa húmeda sobre la piel empapada, que pronto será un recuerdo de un recuerdo hoy ya viejo, sombra de un sombrero bajo un árbol a la espera de la cabeza que regrese del agua mansa y fresca de un rio que viaja tranquilo desde lo más profundo del llano, hasta llegar al mar, pero ahí está como a mitad de camino, en un remanso, jugando con la orilla a hacerle dibujitos con la punta apenas de las olas, y la orilla que responde con sonrisas de arena al brillo del sol, y el río se retira un instante, haciéndose el desentendido, como si no le importara esa sonrisa de maravilla inocente, pero a la vez tremendamente excitante, y el sombrero que sigue ahí, en el suelo, esperando que regrese la cabeza que ha ido a zambullirse un rato, a esperar que pase el calor tremendo del verano en el túnel insufrible y subterráneo.

El mundo mejor aparece sobre los últimos escalones antes de salir a la increíble ciudad que solamente por un momento parece más fresca, pero que a poco de andar es otra vez un infierno, de calor y de ruido y de cansancio lleno de excentricidades  y exageraciones propias del fin de año, que nos desean felicidades solamente si no nos vemos.

La Luna, mientras tanto, se ha quitado sus lentes, y prende un farolito no tanto para ver, sino para calentarse un poquito en su soledad tremenda y fría del cosmos.



jueves, 13 de diciembre de 2012

Yo, Matías


La figura de Matías está en Balcarce entre México y Venezuela, en su clásica vestimenta de gorrita y patineta, propia de la calle, claro.

Matías tiene una mamá que no vemos, pero sentimos todo el tiempo. Y también tiene un analista, al que parece hacerle falta un poco de terapia.

Es una historieta moderna, dicen por ahí que de 1993, y que, al igual que Clemente, se ganó su tira propia de una anterior (Prudencio, en este caso).

Matías no tiene el mismo nivel de reflexión, ni siquiera de psicodelia, que tiene Clemente. Maneja un humor un poco más ingenuo, propio de un chico de su edad, con los conflictos de las familias modernas. Yo creo, en estos tiempos que corren, que lo mejor que podría pasarle a Matías sería que su mamá consiga una novia.

Junto a Caloi, Altuna, Fontanarrosa, Tabaré y tantos otros que han desfilado por ahí, podemos decir que la Contratapa de Clarín no miente.

¡Salud!


Retoños

Esta imagen es puramente ilustrativa y puede diferir de los árboles talados en la ruta 55

Al salir de la localidad de Pieres, se ingresa a la ruta 55, que desemboca en la ciudad de Balcarce, archiconocida por las papas, por Juan Manuel Fangio y la Sierra La Barrosa, sobre la que está el autódromo.

Hacia el año 2006 o 2007, a mano derecha, habían talado un montón de árboles, que yo calculo son eucaliptos, pero bien podrían ser fresnos o lapachos, ya que mi conocimiento arborístico es de escaso para ninguno.  (Uno de mis hijos opinó, al ver unos neumáticos colgados en algunas de las ramas cortadas, que podría tratarse de árboles de caucho. No pude más que estar de acuerdo, claramente)

Un par de años después, podían verse ramas haciéndose camino sobre los troncos cortados y que rogaban a estos retoños que crecieran, porque no aguantaban más el rayo del sol permanente, el viento, la lluvia.
Hoy, si uno pasa por ahí, y no leyó en algún blog que alguna vez fueron talados, no se daría cuenta de tal situación. A menos, claro, que sea tan quisquilloso que detenga la marcha, baje y se acerque a centímetros para apreciar la vida nueva sobre los troncos viejos.


Algo así como unos piecitos que se preparan poco a poco para pisar el suelo de este mundo que les dejamos a nuestros retonños.

Que es una palabra muy bella, porque tiene eñe, que nos identifica de alguna manera como cultura, porque se parece a niño, que nos identifica de alguna manera con seres que son puro sentimiento, y a los que les vamos transmitiendo nuestras frustraciones, con la leche templada y en cada canción.


Pero ojo, porque la vida renace, como la cigarra, como las tantas veces que me mataron y las tantas que resucité.

Por eso, cuando sostenemos amorosamente en nuestros brazos a esos niños que en menos de diez minutos tendrán quince o dieciséis años y se lleven un montón de materias y los quieras aplastar contra la pared, entonces nos damos cuenta de que ellos tienen la difícil tarea de hacer de este mundo algo mejor.

Yo no sé cómo se haría un mundo mejor. Por ahora, solamente quiero abrazar a mis hijos, y mis sobrinos y quienquiera que se deje abrazar, y decirles que la tarea no es fácil, pero que valdrá la pena.

Tiempo há, lo ha dicho el poeta, como siempre, con un poco más de elocuencia:

Foto obtenida por mi sobrina menor, que es, también, la más chica.

Nace una flor
todos los días sale el sol
de vez en cuando
escuchas aquella voz

viernes, 7 de diciembre de 2012

Ropa Colgada

La puta madre
Tengo acá justito estas palabras
Y está por llover y la ropa colgada no quiere mojarse
No puede mojarse porque yo tengo acá estas palabras
En la punta de los dedos
Que salen
Que no les importa mojarse
Ni embarrarse ni hacerse mierda contra las baldosas empapadas
Como la ropa
Desesperada por un poco de humedad
Por unas gotas de nada
Yo tengo acá estas palabras
Que saltan a la vista
Y gozan con los sentidos exaltados
Por el viento
Por el pronóstico de tormenta
Por una luminosidad amarillenta
Como la piel de alguien que agoniza
En lo mas alto de las nubes grises y violentas
De los refucilos
Las palabras mojadas
Acá entre los dedos
Y la puta madre no voy a llegar
A sacar la ropa colgada
Antes de perder el trabajo
Antes de ganar la batalla
Porque no tengo trabajo
Pero tengo estos sentimientos que están acá
Y salen por la punta de los dedos
De los nervios
De los besos que me llevo de recuerdo y carajo
La puta madre
La ropa está colgada
Y llueven lágrimas a montones.


Fernando Berton
Copyleft, Diciembre 2012

Kafkiana

Cuando Franz Kafka escribió La Metamorfosis, seguramente debe haber sentido que estaba ante una situación crítica en su vida. Yo no lo sé, no he leído los motivos por los que escribió la historia de Gregorio Samsa, pero le debe haber pasado algo así como el tránsito de la adolescencia a la adultez, de la virginidad al debut sexual, que son momentos que te dan un montón de sensaciones extraordinarias, extravagantes y exageradas; pero que al mismo tiempo te llenan de responsabilidad, de saber que cada día estás más solo.
Ahora, ya no es posible hacer un berrinche por cada situación complicada. Tenés que tener un proyecto, unos objetivos, un plan de acción, un presupuesto y hasta las horas que te va a llevar el diseño, desarrollo, testing y puesta en marcha de cada cosa que quieras hacer ¡con tu propia vida! 

Es interesante. En algún punto algo así me está pasando desde hace un tiempo, y de pronto empecé con este blog, a sacar fotografías, a escribir[1], a llevar adelante un programa de radio en la oficina, a plantearme objetivos positivos en lugar de pensar en NO hacer cosas; es decir, a hacer cosas que me representaran un poco mejor que el empleo que tenía.
Y digo tenía porque, de pronto, la empresa decidió ya no emplearme. Así que acá estoy, en medio de mi metamorfosis, pero sin mucho proyecto, ni plan de acción ni nada.
Salvo este blog y unos cuentos que están a consideración de un jurado. Y estas manos que se deslizan suavemente por las teclas, como si supieran exactamente donde tocar para que la letra aparezca mágicamente en la pantalla, y le de un sentido a la oración, que a su vez tiene que tener una suerte de sentido mayor con el texto, y con lo que los lectores interpreten, y lo que la re significación cósmica intente sin demasiadas pretensiones.


[1] N. del A.: Habrán notado una disminución en las entradas de Cosas que pasan en los últimos meses; y esto se debió a que estuve dedicado a escribir para presentar un libro de cuentos a un concurso. Sepan disculpar.

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