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jueves, 13 de diciembre de 2012

Retoños

Esta imagen es puramente ilustrativa y puede diferir de los árboles talados en la ruta 55

Al salir de la localidad de Pieres, se ingresa a la ruta 55, que desemboca en la ciudad de Balcarce, archiconocida por las papas, por Juan Manuel Fangio y la Sierra La Barrosa, sobre la que está el autódromo.

Hacia el año 2006 o 2007, a mano derecha, habían talado un montón de árboles, que yo calculo son eucaliptos, pero bien podrían ser fresnos o lapachos, ya que mi conocimiento arborístico es de escaso para ninguno.  (Uno de mis hijos opinó, al ver unos neumáticos colgados en algunas de las ramas cortadas, que podría tratarse de árboles de caucho. No pude más que estar de acuerdo, claramente)

Un par de años después, podían verse ramas haciéndose camino sobre los troncos cortados y que rogaban a estos retoños que crecieran, porque no aguantaban más el rayo del sol permanente, el viento, la lluvia.
Hoy, si uno pasa por ahí, y no leyó en algún blog que alguna vez fueron talados, no se daría cuenta de tal situación. A menos, claro, que sea tan quisquilloso que detenga la marcha, baje y se acerque a centímetros para apreciar la vida nueva sobre los troncos viejos.


Algo así como unos piecitos que se preparan poco a poco para pisar el suelo de este mundo que les dejamos a nuestros retonños.

Que es una palabra muy bella, porque tiene eñe, que nos identifica de alguna manera como cultura, porque se parece a niño, que nos identifica de alguna manera con seres que son puro sentimiento, y a los que les vamos transmitiendo nuestras frustraciones, con la leche templada y en cada canción.


Pero ojo, porque la vida renace, como la cigarra, como las tantas veces que me mataron y las tantas que resucité.

Por eso, cuando sostenemos amorosamente en nuestros brazos a esos niños que en menos de diez minutos tendrán quince o dieciséis años y se lleven un montón de materias y los quieras aplastar contra la pared, entonces nos damos cuenta de que ellos tienen la difícil tarea de hacer de este mundo algo mejor.

Yo no sé cómo se haría un mundo mejor. Por ahora, solamente quiero abrazar a mis hijos, y mis sobrinos y quienquiera que se deje abrazar, y decirles que la tarea no es fácil, pero que valdrá la pena.

Tiempo há, lo ha dicho el poeta, como siempre, con un poco más de elocuencia:

Foto obtenida por mi sobrina menor, que es, también, la más chica.

Nace una flor
todos los días sale el sol
de vez en cuando
escuchas aquella voz

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